Capitulo 18: Promesas del Norte

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Los preparativos para la boda entre Thalion Graegoris y Desmera Redwyne avanzaban con rapidez. El evento, aunque pactado en medio de tensiones políticas y oráculos, estaba cargado de una solemne reverencia que solo una unión de dos casas poderosas podría tener. Aelyria, con su característico aire de autoridad, supervisaba los detalles con la precisión que requería una ceremonia al estilo valyrio, una tradición que hacía siglos no se veía en Westeros.

En la gran fortaleza de The Arbor, las salas resonaban con la actividad. Artesanos de la casa Redwyne, conocidos por su habilidad en la forja y las joyas, trabajaban en silencio, creando coronas y brazaletes intrincados con motivos de dragones en honor a la antigua Valyria. El vestido de Desmera estaba siendo confeccionado con una seda roja profunda, casi carmesí, mientras que los bordados plateados representaban dragones entrelazados, simbolizando la unión de las dos casas.

Thalion, aunque no era un hombre dado a las ostentaciones, comprendía el peso de lo que estaba por suceder. Aunque la boda marcaba una alianza política entre los Graegoris y los Redwyne, también sentía un vínculo genuino con Desmera, que había crecido desde el día en que la conoció. La había entrenado en combate, la había defendido de las burlas y ataques de sus hermanos, y ahora, sería su compañera en esta peligrosa encrucijada. Su relación era más que política; era una verdadera conexión forjada en medio de la lucha.

Pero mientras los preparativos avanzaban, Aelyria Graegoris tenía otros asuntos en mente. La alianza con Jon Snow seguía siendo incierta. Jon había prometido su lealtad a los Graegoris y a su causa, pero su imprevisibilidad y la sombra que Daenerys proyectaba sobre él inquietaban a Aelyria. Necesitaba asegurarse de que no fuera una traición disfrazada de alianza.

Una noche, cuando la luna se alzaba alta en el cielo, Aelyria llamó a su hermano menor, Daemon, a su cámara. Su rostro estaba serio, sus pensamientos oscuros.

—Daemon, necesito que vayas al Norte —le dijo en voz baja, como si temiera que las paredes pudieran escuchar—. Jon Snow ha hecho muchas promesas, pero su lealtad sigue siendo incierta. Quiero que lo sigas, que averigües cuáles son sus verdaderos planes. Si tiene alguna alianza secreta con Daenerys, debemos saberlo antes de que sea demasiado tarde.

Daemon asintió, sus ojos brillando con determinación.

—Partiré esta misma noche. Llevaré a algunos hombres conmigo, pero iremos en silencio. No deben saber que estamos allí hasta que sea necesario.

Aelyria se acercó a él, colocando una mano en su hombro.

—Ten cuidado, hermano. El Norte es traicionero y Jon Snow no es un hombre fácil de leer. Si descubres algo que pueda poner en peligro nuestra causa, no dudes en actuar.

Daemon sonrió, una sonrisa astuta y segura.

—No te preocupes, hermana. Volveré con la información que necesitamos. O con la cabeza de Jon Snow, si es necesario.

***

Mientras tanto, lejos de las costas de The Arbor, en la Fortaleza Roja, Daenerys Targaryen dormía inquieta. Sus noches se habían vuelto cada vez más perturbadoras, llenas de sueños y visiones que la dejaban confundida y asustada. Soñaba con bebés, pequeños con cabello blanco como la nieve y ojos violetas, que la miraban con una intensidad que la paralizaba. En sus sueños, sentía una conexión con ellos, como si fueran suyos, pero la realidad la golpeaba cada vez que despertaba. Sabía que no podía tener hijos. Aquella maldición que le fue impuesta tantos años atrás aún la perseguía.

En sus visiones, los bebés no solo la miraban; también la llamaban *Madre*. Pero no eran los hijos de fuego y sangre que había imaginado. Eran diferentes, como si fueran una mezcla de algo antiguo y nuevo, algo que ella no comprendía del todo.

Una mañana, después de una de esas perturbadoras visiones, Daenerys se levantó de golpe de su cama, su respiración agitada. Se dirigió a Tyrion, su Mano del Rey, que la esperaba en el salón del trono.

—He tenido otro sueño, Tyrion —le dijo, su voz baja pero urgente—. Sueños de niños que me llaman madre, pero... no son míos. No pueden serlo.

Tyrion la miró con curiosidad. Aunque era escéptico con respecto a las visiones, sabía que Daenerys tenía una conexión especial con la magia antigua.

—Los sueños no siempre son lo que parecen, mi reina. A veces son advertencias, otras veces, solo reflejos de nuestros deseos más profundos. ¿Has considerado que estos sueños podrían estar relacionados con lo que está por venir?

Daenerys lo miró, sus ojos reflejando la confusión que sentía.

—No sé qué significan, pero cada vez que sueño con esos niños, siento que algo está cambiando. Algo que no puedo controlar.

Tyrion asintió, pero no dijo nada más. Sabía que lo que se avecinaba era peligroso, y que cualquier distracción, incluso los sueños de su reina, podía significar la diferencia entre la victoria y la derrota.

***

Mientras tanto, en The Arbor, los preparativos de la boda estaban casi completos. La ceremonia valyria sería algo que no se había visto en siglos en Westeros. El matrimonio de sangre, el rito de fuego y la unión bajo los dragones eran tradiciones olvidadas, pero que los Graegoris mantenían vivas en su linaje.

Thalion y Desmera se veían cada vez más unidos, y aunque Desmera estaba preocupada por el destino de su familia, especialmente tras los actos de sus hermanos Horas y Hobber, se sentía segura al lado de Thalion. Sabía que él la protegería, no solo por honor, sino por el amor genuino que había crecido entre ellos.

Pero mientras la boda avanzaba, en la oscuridad, Horas continuaba conspirando. Aunque había sido castigado por su padre, su resentimiento hacia los Graegoris solo había crecido. Esa misma noche, mientras los sirvientes corrían por los pasillos con los últimos preparativos, Horas se reunió con Hobber en un rincón oscuro de la fortaleza.

—No podemos permitir que esta boda se lleve a cabo —susurró Horas, su rostro lleno de rabia—. Si Thalion se casa con Desmera, nuestra casa quedará para siempre bajo la sombra de esos bastardos. Debemos actuar.

Hobber asintió, aunque algo más cauteloso.

—¿Y qué propones? Padre ya nos ha castigado, y no podemos ir en contra de sus deseos sin consecuencias.

Horas lo miró con desprecio.

—No importa lo que padre diga. Lo que está en juego es el honor de nuestra casa. Thalion debe morir, y lo hará antes de que se ponga el sol el día de la boda.

Pero mientras los hermanos conspiraban en la oscuridad, no sabían que Aelyria tenía ojos en todas partes. Uno de sus espías, disfrazado de sirviente, escuchó cada palabra y se apresuró a llevar la información a Aelyria. El plan de Horas no quedaría sin respuesta.

Hijos del Fuego y de la SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora