El amanecer se alzaba sobre Rocadragón, tiñendo el horizonte con tonos de rojo y dorado, mientras las primeras luces del sol iluminaban las almenas de la fortaleza. Daenerys observaba el paisaje desde su balcón, su mente distraída, luchando por mantener la compostura ante el cúmulo de emociones que la acosaban. Sabía que algo había cambiado la noche anterior, aunque nadie se lo hubiera dicho directamente. La cercanía entre Aelyria y Tavina era cada vez más evidente, y aunque Daenerys intentaba no mostrarlo, no podía ignorar la incomodidad que la invadía.
Horas más tarde, mientras caminaba por los pasillos de Rocadragón, escuchó algunos susurros entre los sirvientes. No era común que alguien como ella prestara atención a los chismes, pero esta vez, algo la hizo detenerse.
—"Pasaron la noche juntas," murmuraba uno de los sirvientes a otro.
Daenerys se detuvo, sus ojos fijos en la pared de piedra frente a ella. El comentario había sido suficiente para confirmar lo que ya sospechaba. Aelyria y Tavina no solo compartían una alianza política, sino también algo mucho más íntimo. Un sentimiento que ella misma no podía identificar, pero que le causaba una extraña sensación de vacío y celos. Sacudió la cabeza, apartando esas emociones. Había una guerra que ganar, y no podía permitirse distracciones personales.
El consejo de guerra fue convocado poco después de aquel amanecer. Los comandantes y estrategas llenaban la gran sala, listos para escuchar las nuevas propuestas. Aelyria y Tavina llegaron juntas, sus semblantes serios pero tranquilos. Daenerys las observó desde su trono, y aunque su rostro permaneció impasible, la tensión en su interior era evidente.
—"Es hora de que pongamos en marcha la estrategia," comenzó Tavina, tomando su lugar al lado de Aelyria. "Jon Snow no esperará mucho más. Sabemos que ha estado reuniendo mercenarios del oeste de Essos, y su intención es clara: desestabilizar nuestro control sobre Poniente y atacar directamente a Daenerys."
Los comandantes asintieron, conscientes de la gravedad de la situación.
—"Lo que debemos hacer," continuó Tavina, "es adelantarnos a sus movimientos. Los barcos que hemos preparado ya están listos para zarpar. Interceptaremos a las fuerzas de Jon en el mar, debilitando sus refuerzos antes de que puedan desembarcar."
—"¿Y cuál es el plan una vez interceptemos a esos mercenarios?" preguntó Thalion, mirando a su hermana y a Tavina con expectación.
Tavina sonrió, su mirada fría y calculadora.
—"No les daremos ninguna oportunidad de llegar a tierra firme. Destruiremos sus barcos en alta mar, dejándolos varados, y eliminaremos a los que sobrevivan. Esta será una guerra rápida y decisiva."
Aelyria asintió, aunque sus ojos se desviaban de vez en cuando hacia Daenerys, quien la observaba con una mezcla de recelo y admiración. Sabía que la Madre de Dragones no había pasado por alto lo sucedido entre ella y Tavina, pero su foco debía estar en la guerra, no en las emociones personales.
El consejo aprobó la estrategia y las órdenes se dieron. Los barcos partirían al atardecer, con la intención de cortar el apoyo de Jon Snow antes de que fuera demasiado tarde.
Lo que nadie en la sala sabía era que, mientras los barcos se preparaban para partir, Daemon caminaba en soledad por los muelles de Rocadragón. Desde su recuperación, había estado ausente de las decisiones principales y eso lo perturbaba profundamente. Sentía que no encontraba su lugar en este conflicto, que su conexión con sus hermanos, aunque fuerte, no era suficiente para llenar el vacío que sentía en su interior.
Decidió embarcarse en una pequeña nave sin estandartes ni compañía. Necesitaba paz, algo que había sido esquivo desde que la guerra comenzó. Pero el destino tenía otros planes para él.
Mientras navegaba por la costa, su barco fue interceptado por una pequeña flotilla de mercenarios que, al parecer, estaban esperando para atacar. Daemon luchó con fiereza, derribando a sus enemigos con una habilidad que recordaba a la de sus ancestros guerreros. Pero en medio del caos, un mercenario, más astuto que los demás, lo atacó por la espalda, enterrando una daga profundamente en su costado.
Daemon cayó al suelo, su cuerpo debilitado por el golpe traicionero. Miró hacia el cielo, sintiendo cómo su vida se escapaba lentamente. Sabía que este era su final, y aunque su cuerpo estaba agotado, una extraña paz lo envolvía. Cerró los ojos, y en su mente, pudo ver a sus hermanos, Aelyria, Thalion, y Kaelen, sabiendo que no volvería a verlos, pero confiando en que continuarían luchando por lo que creían.
La noticia de la muerte de Daemon llegó a Rocadragón poco después. Aelyria, Tavina, Daenerys, y los demás estaban reunidos cuando un mensajero entró corriendo en la sala, su rostro pálido y lleno de terror.
—"Mi señora... Daemon ha caído."
El silencio que siguió fue sofocante. Aelyria no dijo nada al principio, pero su rostro endurecido hablaba más de lo que las palabras podían expresar. Daenerys sintió un nudo en el estómago. Aunque no conocía a Daemon como sus propios hermanos, sabía que su muerte significaba algo más que una simple pérdida en el campo de batalla.
Los ojos de Aelyria brillaban con una furia contenida.
—"Así como una vez Daemon Targaryen dijo 'hijo por hijo', hoy los Graegoris dicen 'hermana por hermana'."
Thalion y Kaelen asintieron, compartiendo el mismo juramento.
El ambiente en la sala cambió por completo. La muerte de Daemon había sellado un nuevo capítulo en esta guerra, uno que implicaba una venganza aún más profunda. Sabían que Jon Snow y sus aliados serían los siguientes en pagar por este golpe, y ya no había espacio para la duda o el perdón.
—"Nosotros defenderemos Highgarden," declaró Aelyria, su voz firme y decidida. "Y después... acabaremos con Jon Snow, cueste lo que cueste."
Mientras tanto, la flota partió de Rocadragón, y la estrategia de Tavina comenzó a ponerse en marcha. Sin embargo, todos sabían que la verdadera batalla no sería solo en el mar, sino en los corazones y mentes de quienes habían perdido algo en esta guerra.
La paz, para ellos, ya no era una opción.
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Hijos del Fuego y de la Sombra
FanficTras la caída de Valyria, los Targaryen se erigen como los últimos señores de dragones. Sin embargo, en las sombras de la historia, una casa valyria desconocida resurge, reclamando su lugar y su legado. Con dragones olvidados y secretos ancestrales...