Aelyria despertó de golpe, como si emergiera de las profundidades de un sueño oscuro y denso. Su respiración era pesada, y al abrir los ojos, lo primero que vio fue el rostro preocupado de su hermano Thalion, que había permanecido a su lado desde su llegada. Sin perder tiempo, habló en una lengua antigua, una lengua que solo unos pocos sabían pronunciar, una lengua que era tan vieja como la propia magia.
—Valonqar ithen, ziry iruge iksis. Ziry iksis... Daenerys... la princesa prometida de la que hablan las viejas canciones —murmuró Aelyria, sus ojos destellando con la certeza de quien ha visto algo más allá de este mundo. Su voz resonaba con solemnidad, como si una verdad antigua hubiera sido revelada en sus sueños.
Thalion la observó con gravedad, inclinándose hacia ella, contestando en el mismo idioma con un tono suave, pero firme: —Aelitharis, mi hermana. ¿Estás segura? ¿Es ella la que hemos estado esperando? —preguntó, aunque en su corazón ya conocía la respuesta.
—Ziry istinor iksis. La princesa prometida, el fuego de Valyria hecho carne—respondió Aelyria, mientras se reincorporaba lentamente en el lecho, aunque sus músculos aún protestaban por el esfuerzo. Sus palabras no dejaban lugar a dudas. Daenerys Targaryen era la clave de un destino que había permanecido oculto durante generaciones.
Thalion permaneció en silencio por un instante, sopesando lo que acababa de escuchar. Sabía que las visiones y la conexión de su hermana con las sombras le daban acceso a verdades que pocos podían comprender. Si Aelyria estaba convencida de que Daenerys era la princesa prometida, entonces así debía ser. Pero eso también significaba que su deber como regentes y protectores estaba a punto de cambiar radicalmente.
Aelyria, sintiendo que la energía regresaba poco a poco a su cuerpo, se giró para mirar a Daenerys, quien permanecía de pie, observándola con una mezcla de inquietud y curiosidad. La regente de la Casa Graegoris hizo un esfuerzo por sonreírle ligeramente.
—Te debo más de lo que imaginas, Daenerys —dijo en la lengua común, su tono aún débil pero con la fuerza suficiente para hacer entender que estaba agradecida—. Gracias por haber cuidado de mí mientras... luchaba en las sombras. —Sus ojos buscaron los de la reina dragón, y hubo un momento de entendimiento silencioso entre ambas, un reconocimiento mutuo de sus responsabilidades.
Sin embargo, Aelyria no era una mujer que se quedara mucho tiempo en cama. A pesar de su cuerpo maltrecho y el cansancio acumulado, se incorporó con determinación, moviendo las sábanas a un lado mientras sus pies tocaban el frío suelo de piedra. Daenerys, sorprendida por la rapidez con la que Aelyria intentaba ponerse en pie, dio un paso hacia adelante.
—Aelyria, deberías descansar. Aún no te has recuperado —dijo Daenerys, la preocupación evidente en su voz. Su consejo, que estaba presente en la habitación, murmuró palabras de apoyo para la reina.
Pero Aelyria, con una mirada de hierro, negó con la cabeza mientras recogía las ropas que habían dejado cerca de su lecho.
—No hay tiempo para descansar, madre de dragones. Mi deber no es estar aquí en reposo, sino protegerte, y también a mi gente. Hay sombras levantándose por todas partes, y Jon Snow sigue siendo una amenaza que debemos neutralizar cuanto antes. —Las palabras salieron de su boca con una claridad que dejó poco espacio para la objeción. Su mente ya estaba enfocada en la guerra, en la estrategia, en la venganza por lo que Jon había intentado hacer.
Se puso de pie, tambaleándose solo por un segundo antes de recuperar el equilibrio. Los guardias y los comandantes que esperaban afuera escucharon el sonido de sus pasos acercándose, y el murmullo creció entre ellos mientras la regente de los Graegoris, que todos creían perdida, aparecía ante sus ojos. Aelyria no vaciló; sus ojos brillaban con la misma intensidad con la que empuñaba su espada.
Daenerys, viendo la determinación de Aelyria, intentó insistir una vez más, esta vez con más firmeza.
—Aelyria, debes darte tiempo. La guerra aún no ha comenzado en su totalidad. Tienes que recuperarte y estar al máximo de tus fuerzas si vamos a luchar juntos.—Las palabras de la reina dragón iban cargadas de sabiduría. Sabía que, aunque Aelyria era fuerte, también necesitaba tiempo para sanar.
Pero Aelyria, ya vestida y lista para salir, la miró con una leve sonrisa de comprensión.
—El descanso es un lujo que no puedo permitirme, Daenerys. Tú eres la clave para este mundo, y mientras tú luches por el Trono de Hierro, yo lucharé para asegurarme de que llegues a él. No solo por ti, sino por la historia que nos une. Por la sangre que ambas compartimos, y por el futuro que tenemos que construir. —Sus palabras eran tajantes, pero no carentes de lealtad.
Con esas palabras, Aelyria se dirigió hacia la puerta, donde sus comandantes la esperaban con ansias de ponerse al día. Thalion la siguió de cerca, pero antes de salir, miró a Daenerys con una expresión seria.
—Ella está más fuerte de lo que parece, pero no la presiones, Daenerys. Su lealtad hacia ti es sincera, aunque sus métodos puedan ser difíciles de entender. En nuestra familia, la guerra es más que una simple lucha; es un deber. Y Aelyria ha aceptado el suyo.
Con eso, Thalion salió tras su hermana, dejando a Daenerys junto a su consejo en la habitación. La reina dragón permaneció inmóvil por unos segundos, mirando la puerta por la que ambos habían salido. Sus manos se apretaron suavemente, procesando las palabras de Aelyria y Thalion.
Tyrion, que había observado toda la escena desde una esquina, se acercó a ella con su característico gesto pensativo.
—No puedes obligarla a quedarse, Daenerys. Los Graegoris tienen una manera única de ver el mundo, y Aelyria claramente tiene su propia misión.
Daenerys asintió lentamente, aunque en su mente seguía la preocupación por la salud de la regente. Sabía que su alianza con los Graegoris era crucial, pero también entendía que no podía retener a Aelyria si esta ya había decidido qué camino debía seguir.
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Hijos del Fuego y de la Sombra
FanfictionTras la caída de Valyria, los Targaryen se erigen como los últimos señores de dragones. Sin embargo, en las sombras de la historia, una casa valyria desconocida resurge, reclamando su lugar y su legado. Con dragones olvidados y secretos ancestrales...