Aelyria se quedó mirando el fuego por un largo momento después de que Daenerys abandonara sus aposentos. Las llamas danzaban frente a sus ojos, pero su mente estaba en otro lugar, dividida entre el pasado y el presente. Las palabras que había intercambiado con la Madre de Dragones seguían resonando en su mente. Sabía que había tocado una fibra sensible en Daenerys, aunque no lo había dicho con todas sus letras. Ella conocía la verdad de sus propios sentimientos, pero el momento adecuado para revelarlos aún no había llegado.
Suspirando, Aelyria se levantó del sillón, su capa ondeando tras de ella mientras cruzaba el cuarto. Sabía que tenía una conversación pendiente, una que había evitado por mucho tiempo, pero ya no podía posponerla más. Tavina merecía escuchar la verdad una vez más, por su propio bien.
Salió de sus aposentos, caminando con paso firme por los pasillos oscuros de Rocadragón. Las antorchas en las paredes proyectaban sombras que se movían y se contorsionaban mientras avanzaba. Sabía que Tavina estaría en sus aposentos, esperando quizás su llegada. Sus pensamientos volaban entre lo que le había dicho a Daenerys y lo que estaba a punto de decirle a Tavina. Las dos mujeres ocupaban lugares importantes en su vida, pero de maneras tan diferentes que a veces resultaba difícil de explicar.
Lo que Aelyria no sabía era que Daenerys no se había retirado por completo. Desde que había salido de la conversación, algo en su interior la había llevado a seguir los pasos de la regente. No era sólo curiosidad, era algo más profundo, una mezcla de emociones que no lograba descifrar completamente. Manteniéndose a una distancia prudente, Daenerys caminó sigilosamente detrás de Aelyria, su mirada fija en la figura que se deslizaba por los pasillos con una determinación silenciosa. Algo la empujaba a descubrir a dónde iba, qué iba a hacer.
Cuando Aelyria llegó a los aposentos de Tavina, la puerta estaba ligeramente entreabierta, una invitación deliberada que Aelyria había dejado sabiendo muy bien que Daenerys la seguía. No era sorpresa para la regente; su conexión con Daenerys era tan profunda que había sentido su presencia incluso antes de que sus pasos resonaran en el corredor. La tensión en el aire se volvió palpable cuando Aelyria tocó suavemente la puerta antes de entrar. Desde el pasillo, Daenerys se detuvo a una distancia donde no podía ser vista, pero lo suficientemente cerca como para escuchar lo que sucedía adentro.
—"Aelyria," la voz de Tavina resonó con calidez, casi como un susurro emocionado. Al verla entrar, Tavina la saludó con una efusividad innegable, casi lanzándose hacia ella. "Sabía que vendrías. Siempre lo haces. Mi amor..." dijo, abrazándola fuertemente.
Aelyria la recibió con gentileza, pero no con la misma pasión que Tavina esperaba. Su mirada era suave, pero había una distancia en sus ojos, una barrera emocional que la regente siempre mantenía erguida cuando se trataba de Tavina.
—"Tavina, debemos hablar," dijo Aelyria, sin rodeos.
Tavina sonrió, sin captar el tono serio en la voz de la regente. Se aferró más a ella, como si quisiera asegurarse de que Aelyria no escaparía de su lado.
—"No necesitamos hablar, Aelyria. Lo sé todo," dijo Tavina, susurrando mientras sus dedos jugaban con los mechones de cabello de Aelyria. "Tú y yo estamos destinadas. Desde que nos conocimos, supe que no había nadie más. Somos la misma sangre, la misma alma. No hay nadie más que tú, Aelyria."
Desde fuera, Daenerys sintió un nudo formarse en su estómago. Sus manos se tensaron involuntariamente mientras escuchaba las palabras de Tavina. Aunque sabía que había algo entre ambas, escuchar esa declaración de amor tan directa la removió por dentro de una manera que no esperaba. ¿Era posible que Aelyria compartiera esos sentimientos? ¿Era posible que todo lo que habían hablado más temprano no fuera sino una fachada?
Aelyria, dentro de la habitación, suavemente tomó las manos de Tavina, apartándola un poco para poder mirarla a los ojos.
—"Tavina," comenzó con una voz firme pero gentil. "Te amo. Eso no lo puedo negar. Te amo, pero no de la manera en que tú quisieras. Lo sabes."
El brillo en los ojos de Tavina se apagó un poco, su expresión cambiando a una mezcla de confusión y dolor. No era la primera vez que escuchaba esas palabras de Aelyria, pero cada vez que las oía, su corazón se resistía a aceptarlas.
—"No," susurró Tavina, casi como si estuviera hablando para sí misma. "No. Sé que lo sientes. Lo sé. Hemos compartido tanto... ¿Cómo puedes decirme que no me amas de la misma manera?"
Aelyria suspiró, sabiendo que este momento sería difícil, pero necesario. Tomó aire antes de continuar.
—"Lo que compartimos es real, Tavina. Siempre será real. Pero es un amor diferente, uno de hermana a hermana, de amigas inseparables. No puedo ofrecerte más de lo que ya hemos compartido, y no quiero seguir dándote falsas esperanzas. Mi corazón... pertenece a alguien más."
Desde el pasillo, Daenerys sintió un choque de emociones. El alivio de saber que Aelyria no correspondía a Tavina de la manera en que temía, pero también una creciente inquietud. Las palabras de Aelyria resonaban en su cabeza: "Mi corazón pertenece a alguien más." ¿Acaso se refería a...?
Tavina, por otro lado, parecía desmoronarse lentamente frente a Aelyria. Las lágrimas comenzaron a formarse en sus ojos mientras negaba con la cabeza.
—"No puedo... no puedo aceptar eso," murmuró, su voz quebrada por la emoción. "Tú eres mi todo, Aelyria. No puedo imaginar un futuro sin ti."
Aelyria tomó a Tavina por los hombros con firmeza, mirándola directamente a los ojos.
—"Tavina, eres una mujer increíble, fuerte y leal. Pero mereces a alguien que pueda amarte de la manera en que tú deseas ser amada. Y yo... no soy esa persona."
Las palabras de Aelyria fueron un golpe, pero también llevaban consigo una verdad ineludible. Tavina finalmente asintió, aunque su rostro estaba cubierto de lágrimas.
—"Te amo, Aelyria. Siempre lo haré."
Aelyria asintió, dándole un suave abrazo antes de apartarse.
—"Y yo siempre te amaré, Tavina. Pero como una hermana."
Desde fuera, Daenerys respiró hondo, retrocediendo silenciosamente por el pasillo antes de que pudiera ser descubierta. Se recostó contra una pared, su mente un torbellino de pensamientos y emociones. Había aprendido mucho esa noche, sobre Aelyria, sobre Tavina, y sobre sus propios sentimientos. Lo que más la perturbaba no era la relación entre Aelyria y Tavina, sino lo que no se había dicho. El misterio de a quién pertenecía realmente el corazón de Aelyria.
Y, por primera vez en mucho tiempo, Daenerys se encontró deseando que esa persona fuera ella.
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Hijos del Fuego y de la Sombra
FanfictionTras la caída de Valyria, los Targaryen se erigen como los últimos señores de dragones. Sin embargo, en las sombras de la historia, una casa valyria desconocida resurge, reclamando su lugar y su legado. Con dragones olvidados y secretos ancestrales...