Capitulo 72: Hijos del Fuego y de la Sombra

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El amanecer en Rocadragón llegó silencioso, casi lúgubre, mientras las primeras luces del día apenas lograban colarse entre las nubes grises que cubrían el cielo. En la cámara donde descansaba Aelyria, la atmósfera era tensa. Nadie sabía realmente qué esperar después del oscuro ritual de la noche anterior. La magia antigua de Asshai había hecho retroceder el veneno, pero los oráculos siempre cobraban sus deudas.

Daenerys había pasado la noche sentada a los pies de la cama, mirando con preocupación a Aelyria. Su piel, que antes había estado pálida por el veneno, ahora recuperaba algo de su color, pero algo era diferente. Algo que Daenerys no podía nombrar, pero que sentía en lo más profundo de su ser.

Aelyria finalmente abrió los ojos, y lo que vio Daenerys hizo que el aire se detuviera en sus pulmones.

Sus ojos, que siempre habían sido de un azul profundo y claro, como el cielo sobre las tierras de su casa, ahora eran distintos. Los iris de Aelyria habían cambiado; el azul había sido reemplazado por un turbio y enigmático tono que oscilaba entre el negro y el rojo. Había un brillo en ellos, un destello oscuro y febril que no pertenecía a este mundo.

— "Aelyria..." susurró Daenerys, acercándose lentamente a ella, sin apartar la mirada de esos ojos que ya no parecían suyos.

Aelyria giró la cabeza, lentamente, como si despertara de un sueño largo y pesado. Sus labios se movieron, pero las palabras que salieron de su boca no eran comunes. Era un idioma que Daenerys jamás había escuchado, áspero y profundo, con una cadencia antigua, un lenguaje de sombras y secretos. La voz de Aelyria era más grave de lo habitual, como si un eco oscuro resonara en cada palabra que pronunciaba.

La sacerdotisa de Asshai, que se encontraba en la esquina de la habitación, dio un paso adelante. Sus ojos estaban llenos de una comprensión inquietante.

— "No es el idioma común," dijo la sacerdotisa con voz baja, inclinando la cabeza como si tratara de escuchar mejor las palabras de Aelyria. — "Es el lenguaje de los espíritus antiguos. De aquellos que habitan en la sombra entre los mundos."

Daenerys se tensó. — "¿Qué significa eso? ¿Qué le ha pasado a Aelyria?"

La sacerdotisa miró a Daenerys con seriedad, sus ojos cargados de misterio. — "Cuando salvamos su vida, no fue solo su cuerpo lo que preservamos. El precio a pagar no es solo el hijo que habéis prometido, Madre de Dragones. Algo más despertó en ella. Algo que duerme en las profundidades de su alma."

Aelyria murmuró algo más, su voz desvaneciéndose en un susurro. Su cabeza cayó nuevamente sobre la almohada, y volvió a caer en un sueño profundo, pero su respiración era regular, estable. Por ahora, estaba fuera de peligro, pero el cambio en ella era evidente.

Daenerys se levantó rápidamente, su rostro marcado por la angustia y el desconcierto. No podía soportar la incertidumbre, las palabras enigmáticas de la sacerdotisa.

— "¿Qué significa eso de 'el hijo'? No puedo tener hijos," exclamó Daenerys, con una mezcla de frustración y desesperación en su voz. — "Una bruja me maldijo. No puedo concebir, no después de... no después de Rhaego."

La sacerdotisa la observó con una calma inquietante, sus manos ocultas bajo las mangas de su túnica. — "La maldición de la bruja fue poderosa, pero no es invencible. El fuego que arde en ti y en Aelyria es antiguo, más allá de las maldiciones. Vuestra unión es diferente. Lo que habéis aceptado al salvarla, lo que habéis prometido, abrirá puertas que no se pueden cerrar."

Daenerys la miró fijamente, sintiendo una mezcla de incredulidad y esperanza. — "¿Estás diciendo que podré tener hijos? Con ella."

— "No como antes," respondió la sacerdotisa, su tono enigmático. — "Pero sí, el precio fue la promesa de un hijo. Ese hijo está destinado a nacer, un hijo de fuego y sombras. Vuestra unión ha cambiado el curso de lo que estaba escrito."

Hijos del Fuego y de la SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora