Capitulo 64: La Mision p2

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El viento salado del mar soplaba con fuerza sobre la proa del barco mientras Aelyria y Tavina se adentraban más allá de las costas familiares. Habían pasado ya cinco lunas desde que dejaron Rocadragón, embarcándose en una misión peligrosa y secreta: encontrar y neutralizar a Arya Stark. Tavina, siempre leal, había sido la mano derecha de Aelyria durante todo este tiempo, su confidente y la única persona en la que podía confiar completamente. El silencio entre ellas, más que incómodo, se había convertido en una rutina necesaria para la supervivencia. Habían mantenido comunicación mínima con el exterior, evitando cualquier rastro que Arya pudiera seguir.

El viaje no fue fácil. La travesía los había llevado por aguas desconocidas y territorios hostiles, donde los aliados de Jon Snow merodeaban como tiburones esperando una oportunidad para atacar. Sin embargo, Aelyria y su grupo habían logrado mantenerse fuera del radar. Solo un pequeño grupo de guardias leales las acompañaba, hombres y mujeres entrenados para desaparecer en las sombras, como lo hacían los Graegoris.

Durante esas lunas, la paciencia fue su mejor aliada. Se movieron con cautela, siguiendo las pistas que Tavina había logrado obtener a través de sus contactos en Westeros. A cada paso, Aelyria sentía cómo la sombra de Arya se cernía más cerca. Era una amenaza imparable, invisible y letal. La joven Stark no solo era un fantasma, sino una asesina entrenada en las artes oscuras de los Hombres sin Rostro.

El barco finalmente atracó en una playa solitaria cerca de Casterly Rock. Los Graegoris sabían que el poder Lannister había decaído tras la muerte de Cersei y la llegada de Daenerys, pero los rumores indicaban que Arya había estado tejiendo su red en el oeste. Esta sería su última parada antes de enfrentarse cara a cara con la asesina.

— "Algo no me gusta de este lugar," murmuró Tavina mientras bajaban del barco bajo el manto de la noche. Aelyria, aunque siempre confiaba en los instintos de Tavina, no pudo evitar sentir una inquietud. Algo en el aire era extraño, pero no podía señalar qué.

Montaron su campamento en las colinas cercanas a Casterly Rock. Aelyria inspeccionaba el horizonte con una mezcla de ansiedad y anticipación. Sabía que Arya estaba cerca. Lo podía sentir, como una sombra acechante en la periferia de su visión. Sin embargo, su atención se desvió hacia Tavina, quien, a lo largo de los últimos días, había estado actuando de manera extraña.

— "Estás callada," comentó Aelyria, cruzando los brazos mientras observaba a su amiga, quien mantenía la vista fija en el fuego. Tavina, normalmente vivaz y astuta, estaba más distante que de costumbre.

— "Solo estoy cansada," respondió ella, pero algo en su tono hizo que Aelyria frunciera el ceño. No era la misma Tavina con la que había compartido cada paso del viaje.

Esa noche, Aelyria no pudo conciliar el sueño. Se levantó del campamento en silencio, caminando hasta una colina cercana donde las olas rompían con fuerza contra las rocas. El viento frío la golpeaba en la cara, despejando su mente de cualquier distracción. Pero incluso en ese momento de soledad, una inquietud se apoderaba de su interior. Algo no encajaba.

Al regresar al campamento, notó que Tavina estaba de pie, más cerca de las sombras, con su espalda hacia Aelyria. La tensión en el aire era palpable. Aelyria se acercó lentamente, su mano instintivamente buscando la empuñadura de su espada.

— "¿Tavina?" llamó con cautela, pero lo que sucedió después ocurrió en un parpadeo.

Tavina giró con una velocidad sobrehumana, y en lugar de los cálidos ojos de su amiga, Aelyria vio una mirada fría, despiadada, llena de furia. No era Tavina. Aelyria lo supo en el instante en que la vio.

Antes de que pudiera reaccionar, una daga ya se dirigía hacia su garganta. Aelyria desenvainó su espada, bloqueando el ataque en el último segundo. La sorpresa fue instantánea, pero su entrenamiento la mantuvo firme. Sabía que estaba ante Arya Stark. La habilidad de la joven Stark para suplantar identidades era legendaria, y ahora, Aelyria se encontraba cara a cara con la asesina más letal de Westeros.

— "Siempre supe que me encontrarías, Aelyria," dijo Arya, con la voz de Tavina, mientras lanzaba otro ataque implacable. "Pero nunca pensé que lo harías tan fácilmente."

Aelyria no respondió. Cada movimiento que hacía era meticuloso, calculado. Sabía que Arya era rápida, pero también sabía que ella misma no era una oponente fácil. Durante largos minutos, las dos mujeres intercambiaron golpes, sus espadas brillando bajo la luz de la luna. Las chispas volaban cada vez que sus armas se encontraban, y los gritos de los guardias resonaban en el aire mientras intentaban intervenir.

Aelyria, a pesar de su agilidad, sentía cómo la fatiga empezaba a apoderarse de su cuerpo. Arya era una sombra, imposible de alcanzar por completo. Pero justo cuando Aelyria pensó que tenía una apertura, una figura desconocida emergió de las sombras y la golpeó por la espalda con una fuerza brutal.

El mundo de Aelyria se oscureció al instante. Cayó al suelo, sintiendo cómo la vida se escapaba lentamente de su cuerpo. La última imagen que vio antes de perder la consciencia fue la sonrisa cruel de Arya, triunfante, mientras su propia sangre manchaba el suelo.

Uno de los guardias, al ver la derrota de Aelyria y el caos que reinaba en el campamento, supo que la única opción era escapar. Con el corazón latiendo frenéticamente, corrió hacia los barcos, dejando atrás a sus compañeros caídos. Tenía una misión clara: llevar las noticias a Rocadragón. Sabía que su destino estaba sellado si se quedaba, y la información que llevaba era demasiado importante como para que cayera en las manos equivocadas.

El viaje de regreso a Rocadragón fue un tormento, cada ola que golpeaba el barco parecía otra amenaza de los dioses para hundirlo. Pero finalmente, después de días de navegar sin descanso, el guardia llegó a la fortaleza. Exhausto, herido y con el rostro marcado por la desesperación, fue llevado ante Daenerys y el consejo.

— "¿Dónde está Aelyria?" preguntó Daenerys, su voz cargada de tensión.

— "Arya Stark," fue todo lo que el guardia pudo decir antes de desplomarse. "Ella... ella la tiene."

El consejo estalló en murmullos, pero Daenerys permaneció inmóvil, su mente ya maquinando los próximos pasos a seguir.

Hijos del Fuego y de la SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora