En el corazón de Rocadragón, las antorchas iluminaban las antiguas paredes de piedra volcánica, lanzando sombras titilantes sobre los rostros tensos de quienes se encontraban dentro de sus muros. La guerra seguía implacable, con nuevas amenazas surgiendo en cada rincón de Westeros. Aelyria Graegoris había convocado a su hermano Kaelen en privado, lejos del bullicio de los consejeros y las estrategias que se urdían día y noche. Sabía que el momento había llegado para una decisión trascendental.Kaelen, alto y de porte solemne, se mantuvo frente a su hermana. Sus ojos, reflejo de la misma determinación que compartían todos los Graegoris, buscaban entender lo que Aelyria iba a pedirle. Habían pasado semanas desde la muerte de su hermano Daemon, y el peso de la pérdida aún se cernía sobre ellos, pero ahora no había tiempo para el duelo. La guerra no esperaba.
Aelyria lo miró con gravedad, sintiendo la presión de las responsabilidades acumulándose sobre sus hombros. Era una regente, sí, pero también era una hermana, y lo que estaba a punto de pedirle a Kaelen implicaba un sacrificio.
— "Kaelen," comenzó con una voz que ocultaba la tormenta de emociones que se agolpaban en su pecho, "debo dejar Rocadragón por un tiempo. Arya Stark está en las sombras, y Tavina ha aceptado la misión de encontrarla. No puedo dejarla sola en esa tarea, pero mi ausencia significará que alguien más debe tomar las riendas aquí."
Kaelen frunció el ceño, sabiendo lo que venía, pero mantuvo el silencio, esperando escuchar la totalidad de las palabras de su hermana.
— "Vas a estar al mando de las fuerzas que permanecen en Rocadragón," continuó Aelyria. "Confío en ti, hermano. Has demostrado ser un líder capaz y sabio, incluso en tiempos de crisis. Pero este es un paso más grande. Si algo me llega a ocurrir... tú serás el nuevo regente de nuestra casa."
El peso de la afirmación cayó sobre los hombros de Kaelen como un yunque invisible. Sabía lo que significaba, y no era algo que hubiera buscado. La responsabilidad de la Casa Graegoris no era ligera, especialmente en estos tiempos oscuros. Aún así, asintió solemnemente.
— "Cumpliré con mi deber," respondió con firmeza, pero en su voz había una preocupación subyacente. "Pero no dejaré que mueras, Aelyria. Esto no será como Daemon. Si vas, regresarás."
Aelyria sonrió levemente, con esa sonrisa que siempre usaba para calmar los temores de su familia. Sabía que Kaelen estaba decidido, pero también entendía que la guerra tenía un precio, y no siempre se podía controlar todo.
— "Espero lo mismo, Kaelen. Pero, por si acaso, quiero que lleves esta carta a Daenerys." Aelyria le entregó un pequeño pergamino sellado con el emblema de su casa, el dragón de sombras. "Si algo me ocurre en esta misión, ella deberá saberlo. Esta carta detalla mi plan para enviar 500 barcos bajo mi mando en apoyo a su causa. Doscientos vendrán de las Islas del Verano Eterno y los otros trescientos de Asshai. Es un compromiso que he hecho para asegurarnos de que Daenerys mantenga la ventaja en esta guerra."
Kaelen tomó la carta, mirándola por un momento antes de levantar la vista hacia su hermana.
— "¿Y qué pasa con Tavina?" preguntó, sabiendo que Aelyria se adentraba en un peligro aún mayor al unirse a esa misión. "¿Confías en ella lo suficiente para que ambos regresen con vida?"
— "Tavina es capaz," respondió Aelyria, con un brillo calculador en sus ojos. "La conozco desde hace muchos años. Pero, de nuevo, esta guerra no es solo sobre nuestras capacidades. Arya es un enemigo formidable, pero no voy a dejar que eso me impida proteger nuestra casa... ni proteger a Daenerys."
Aelyria se despidió de su hermano con un abrazo que contenía más de lo que las palabras podían expresar. Sabía que Rocadragón estaría en buenas manos bajo su mando, pero el peligro que ella y Tavina enfrentarían fuera de esas murallas era palpable.
Horas después, Kaelen, manteniendo el semblante frío y controlado, entregó la carta sellada a Daenerys, quien estaba en una reunión de guerra con su consejo. Daenerys rompió el sello con delicadeza, pero su rostro cambió cuando leyó las palabras de Aelyria. La madre de dragones miró a Kaelen, sin ocultar la sorpresa y el descontento en sus ojos.
— "¿Aelyria va a partir en una misión con Tavina?" preguntó, su voz llena de una mezcla de asombro e indignación. "No me ha dicho nada."
— "Ha sido una decisión de último momento," respondió Kaelen. "Ella confía en que el apoyo de los barcos que ha prometido desde las Islas del Verano Eterno y Asshai será suficiente para reforzar nuestras fuerzas. Pero si algo le sucede... quiere que yo tome su lugar."
La sala quedó en silencio por un momento. Varys, siempre calculador, fue el primero en hablar.
— "Es un gesto audaz," comentó, acariciando su calva con una mano mientras pensaba en las implicaciones. "Pero también es arriesgado. ¿Arya Stark? Si Aelyria va tras ella, se enfrenta a un enemigo que es casi imposible de predecir. ¿Deberíamos enviar más apoyo?"
Tyrion Lannister, siempre cauto, negó con la cabeza.
— "No podemos debilitar las fuerzas en Rocadragón. Si dividimos aún más nuestras tropas, Jon y sus aliados podrían aprovechar la oportunidad. Aelyria es capaz, pero tenemos que confiar en que sabe lo que hace."
Daenerys frunció el ceño mientras reflexionaba. La idea de que Aelyria, una de sus aliadas más cercanas, se lanzara en una misión tan peligrosa sin siquiera consultarla la molestaba profundamente. Pero había algo más. El hecho de que Aelyria hubiera hecho planes para después de su posible muerte, y de que los Graegoris estuvieran moviendo una flota tan masiva, la hizo cuestionar qué más se estaba gestando en la mente de la regente.
— "Aelyria es valiosa para nosotros," dijo Daenerys, finalmente rompiendo el silencio. "Si va tras Arya, entonces debemos confiar en que sabe lo que está haciendo. Pero esto no significa que la dejemos a su suerte. Mantendremos vigilancia sobre la misión, y si algo parece mal... actuaré."
Kaelen asintió, sabiendo que su hermana había tomado la decisión correcta. No podía detenerla, y él tenía su propio papel que desempeñar.
— "Mi hermana no deja nada al azar," añadió. "Si confía en Tavina, es porque sabe que es una aliada poderosa. Y si necesita esos barcos para apoyar su causa... estarán aquí. Pero hasta que eso ocurra, Rocadragón está en mis manos."
El consejo terminó poco después, y Daenerys, aún con la carta de Aelyria en su mano, se quedó observando el horizonte desde las ventanas del castillo. El viento del mar azotaba con fuerza, pero en su mente, el verdadero torbellino era la preocupación por lo que estaba por venir. El destino de Aelyria, la amenaza de Arya Stark y el futuro incierto que se avecinaba en el horizonte la mantenían en constante alerta.
El consejo confiaba en que las fuerzas Graegoris y los barcos que llegarían serían una ventaja decisiva. Pero Daenerys no podía evitar sentir que había más en juego de lo que cualquier plan de guerra podía prever. Aelyria se había convertido en más que una aliada. Y el vacío que podría dejar si caía sería imposible de llenar.
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Hijos del Fuego y de la Sombra
FanfictionTras la caída de Valyria, los Targaryen se erigen como los últimos señores de dragones. Sin embargo, en las sombras de la historia, una casa valyria desconocida resurge, reclamando su lugar y su legado. Con dragones olvidados y secretos ancestrales...