Capitulo 39: La Loba del Norte

28 2 0
                                    


Jon Snow miraba el horizonte desde la muralla de Invernalia, el aire frío del norte cortando su rostro, pero su mente ardía con la furia de los antiguos. Había pasado mucho tiempo desde que se enfrentó a la Reina Dragón y a los Graegoris, pero el eco de sus decisiones resonaba en cada rincón de su mente. Las traiciones y las alianzas frágiles se entrelazaban en su historia, y el tiempo para actuar se acercaba.

La sala de guerra estaba llena de sombras, las velas parpadeando con la brisa que entraba por las ventanas. Jon se había rodeado de sus aliados más cercanos, Sansa y Arya, quienes habían llegado para apoyarlo en su lucha. La tensión en el ambiente era palpable; la nueva amenaza de los Graegoris era un tema que no se podía ignorar.

—He reunido fuerzas —dijo Jon, dirigiéndose a sus hermanas—. Los hombres de la Casa Stark han respondido a mi llamado, pero eso no es suficiente. Necesitamos más aliados, y más que nada, necesitamos acabar con los Graegoris antes de que se conviertan en una fuerza imparable.

Sansa, con su cabello oscuro recogido en una trenza, lo miró con preocupación.

—Jon, no podemos seguir este camino de sangre —advirtió—. Has hecho grandes sacrificios, y lo que estás planeando podría costarnos más de lo que podemos pagar. No solo estamos en guerra con ellos, sino también con la Reina Daenerys.

Jon se giró hacia ella, su expresión grave.

—Lo sé, Sansa. Pero los Graegoris tienen enemigos fuertes de Essos, mercenarios que están dispuestos a luchar contra ellos a cambio de oro. Si no actuamos ahora, lo que han traído será una sombra sobre nuestros hogares.

Arya, con la determinación ardiente en sus ojos, intervino.

—Entonces, ¿cuál es el plan? —preguntó, interesada en la estrategia que estaba tomando forma. Sabía que la astucia era la clave en esta lucha.

Jon se acercó a un mapa extendido sobre la mesa, señalando Highgarden con su dedo.

—Highgarden fue el primero en apoyar a los Graegoris. Si enviamos un grupo de nuestros hombres disfrazados de campesinos y mercantes, podemos infiltrarnos y sembrar el caos. Podemos destruir sus suministros y debilitar su posición antes de que puedan prepararse.

—Es un riesgo —dijo Sansa, su voz aún cargada de preocupación—. Pero podría funcionar. Si logramos debilitar sus recursos, tendremos una ventaja.

Jon asintió, sintiendo la presión del peso de las decisiones que debía tomar. La venganza que sentía por la traición no solo era por él, sino por todos los que habían sufrido a causa de los Graegoris. Pero al mismo tiempo, una parte de él sabía que cada vida que se perdía era un paso más hacia la oscuridad.

—No quiero perder más hombres —dijo, su voz resonando en la sala—. Si este plan falla, el precio será alto.

Arya lo miró, sus ojos llenos de comprensión.

—Jon, hemos estado en esta lucha desde el comienzo. Sabes que el silencio no es una opción. A veces, debemos tomar decisiones difíciles para proteger lo que amamos.

La resolución se encendió en el corazón de Jon. No podía dejar que sus sentimientos lo debilitaran; era un Stark, y los Starks luchan.

—Entonces, lo haremos —declaró Jon, la determinación reflejada en su mirada. —Enviaremos a nuestros hombres a Highgarden. Con su ayuda, los Graegoris aprenderán que no pueden jugar con las casas de Westeros sin consecuencias.

Con un gesto decidido, Jon hizo que se llamaran a los hombres que enviarían a Highgarden, y la sala se llenó de murmullos de preparación y estrategia. Sansa y Arya se quedaron a su lado, el peso de la incertidumbre aún presente, pero también la esperanza de que su hermano pudiera conducirlos hacia la victoria.

Mientras Jon preparaba el ataque, sabía que este era solo el primer paso. La lucha contra los Graegoris había comenzado, pero él no podía olvidar que, al final del día, también luchaba contra los fantasmas de su pasado. La sangre derramada siempre tendría un precio, y Jon estaba preparado para pagarlo, aunque eso significara ensuciarse las manos con la venganza.

—Hay algo más que debemos considerar —dijo Arya, cruzándose de brazos con su habitual actitud desafiante—. No podemos simplemente presentarnos como mercantes. Necesitamos un disfraz más convincente. La Casa Graegoris tiene enemigos en Essos, y podríamos aprovechar esa animosidad.

Jon frunció el ceño, sintiendo que Arya tenía un punto.

—¿Te refieres a usar a los hombres que capturamos de la Casa Graegoris? —preguntó.

—Exactamente. Puedo usar mi habilidad para cambiar de rostro. Puedo infiltrarme y obtener información sobre sus movimientos, y luego, mientras ellos están distraídos, nuestros hombres pueden hacer su trabajo. No solo podemos sabotear sus suministros, sino que también podríamos sembrar desconfianza entre ellos.

Sansa lo pensó por un momento, asintiendo lentamente.

—Podría funcionar. Si Arya se infiltra, podría desestabilizar el campamento de los Graegoris desde adentro.

Jon sintió una mezcla de orgullo y preocupación. Arya siempre había sido su hermana más astuta, pero también la más propensa a actuar sin pensar en las consecuencias.

—¿Estás segura de que quieres hacer esto, Arya? —preguntó Jon, con un tono más suave.

—He estado entrenando para esto toda mi vida, Jon. No puedo quedarme al margen mientras ustedes luchan. Esta es una guerra que nos afecta a todos. Además, tengo mis propios motivos para querer que los Graegoris caigan.

Jon sabía que su hermana era una guerrera feroz y que no podía detenerla. Sin embargo, le preocupaba el peligro que corría al infiltrarse en las filas de su enemigo.

—Está bien —dijo finalmente—. Entonces, hagamos esto. Pero debemos ser cautelosos. La última cosa que necesitamos es que nos descubran antes de que podamos ejecutar nuestro plan.

Arya sonrió, la chispa de la emoción brillando en sus ojos.

—Dejaremos a nuestros hombres en la puerta, listos para atacar en el momento justo. Mientras tanto, me infiltraré en el campamento de los Graegoris.

Con el plan trazado, Jon se sintió un poco más aliviado. Aunque sabía que la batalla que se avecinaba sería feroz, contaba con su familia a su lado y eso le daba fuerzas.

A medida que los preparativos avanzaban, Jon se sintió impulsado por un sentido de urgencia. La guerra no solo se libraba con espadas y escudos; se libraba también en la mente y el corazón. Y Jon estaba decidido a ganar en todos los frentes.

Mientras tanto, Arya se preparaba para su infiltración. Se puso la capa oscura y el vestuario de un mercante, usando una capucha para ocultar su rostro. Con el rostro de un campesino que había sido capturado, podía adoptar una nueva identidad, una que le permitiría moverse libremente entre los enemigos.

—Ten cuidado —dijo Sansa, tocándole el brazo antes de que se marchara—. No te pongas en peligro innecesariamente.

Arya sonrió y asintió.

—Lo prometo. Volveré con información valiosa.

Con una última mirada a su hermano y hermana, Arya se adentró en la oscuridad de la noche, sintiendo la emoción del peligro. Había enfrentado peligros peores, y esta vez, su misión era más importante que nunca. Mientras Jon y Sansa preparaban las tropas, Arya se dirigía hacia lo desconocido, lista para jugar su papel en la danza mortal que se estaba librando en Westeros.

La caída de los Graegoris era solo el principio. La lucha por el futuro de su familia y su hogar había comenzado, y Arya Stark estaba lista para enfrentarse a cualquier desafío que se interpusiera en su camino.

Con el destino de sus familias en juego, Jon se adentró en la oscuridad, listo para enfrentar a sus enemigos y reclamar lo que le pertenecía.

Hijos del Fuego y de la SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora