El viento aullaba sobre el ejército de la Casa Graegoris, que se extendía bajo un cielo oscuro y cargado de presagios. Las banderas negras ondeaban con el emblema del dragón plateado, reflejo del linaje ancestral de Valyria. La tormenta que se cernía sobre Westeros no era solo climática; era una tormenta de sangre y fuego, y Aelyria Graegoris, regente y líder de su casa, estaba al mando.Desde que se confirmó la desaparición de Daemon, hermano de Aelyria, los Graegoris se habían movilizado de inmediato. Aunque creían que Daenerys era responsable de su captura, la sed de justicia y venganza impulsaba cada uno de sus movimientos. Desconocían que Jon Snow había traicionado a los Graegoris, secuestrando a Daemon y manipulando la situación para que se culpara a Daenerys. Pero eso no importaba ahora. Aelyria y sus hermanos solo tenían un objetivo claro: recuperar a su hermano y destruir a quienes se atrevieran a desafiar a los antiguos dioses de Valyria.
Aelyria observaba el mapa que tenía delante, las rutas hacia Rocadragón claramente trazadas. Cada detalle había sido meticulosamente planeado; sabían que Daenerys estaba movilizando a sus aliados, lo que complicaba la misión. La Reina Dragón era poderosa, pero Aelyria confiaba en su propio linaje y en la astucia de su Casa. El fuego corría por sus venas, pero también lo hacía la paciencia estratégica de los líderes valyrios.
—Nuestros exploradores han informado que Daenerys ha reforzado las defensas de Rocadragón con la ayuda de Yara Greyjoy y que Dorne ha enviado tropas bajo el mando de Arianne Martell —dijo uno de sus capitanes, inclinándose sobre la mesa—. Su defensa marítima es casi impenetrable.
Aelyria miró el mapa, sus ojos afilados como el acero.
—Entonces no atacaremos desde el mar —respondió, su tono glacial—. Dividiremos nuestras fuerzas. Mientras una parte de nuestro ejército distrae a las fuerzas de Daenerys en la costa, nosotros nos infiltraremos desde el interior. Debemos localizar a Daemon antes de hacer cualquier movimiento mayor. No podemos arriesgarnos a una batalla total sin él.
El ejército de la Casa Graegoris se encontraba en una fortaleza abandonada, estratégicamente ubicada en las tierras centrales. Allí, Aelyria había convocado a sus principales consejeros y a los mejores estrategas de su ejército. La situación exigía una planificación precisa, y Aelyria no dejaría nada al azar.
—Nuestras fuerzas no pueden enfrentarse a Daenerys en un combate directo sin un plan sólido —dijo Ser Darion, uno de los capitanes más experimentados de la casa—. Sus dragones son una amenaza real, y aunque hemos entrenado a nuestras tropas para lidiar con ellos, sigue siendo una batalla desigual.
Aelyria levantó una mano, pidiendo silencio. En su mente, sabía que la clave de la victoria no estaba en el poder bruto, sino en la estrategia y en la sorpresa.
—No subestimen el miedo que nuestros enemigos sienten hacia los Graegoris. Nuestra llegada ya ha sembrado dudas en los corazones de sus aliados —respondió Aelyria, con una voz firme—. Pero también debemos ser realistas. Daenerys tiene la ventaja de la posición y de sus dragones. Sin embargo, lo que no sabe es que nosotros tenemos más de lo que ella cree.
Los ojos de Aelyria brillaban mientras sus hermanos, Thalion y Desmera, asentían en silencio. Aún no era el momento de revelar toda su fuerza. Los tres jóvenes dragones de su linaje eran todavía un secreto que Daenerys ignoraba, y esa ventaja debía mantenerse hasta el momento adecuado.
Al caer la noche, el ejército de los Graegoris comenzó su marcha hacia Rocadragón. Los guerreros avanzaban en silencio, como sombras en la oscuridad. Aelyria lideraba la vanguardia, su rostro serio y decidido. No había lugar para errores. Sabía que Daemon estaba vivo en alguna parte, y si Daenerys lo había capturado, entonces la reina dragón pagaría con sangre.
Mientras cabalgaba, Aelyria recordó los días pasados con su hermano, sus momentos de risa y conspiración en las fortalezas valyrias. Era su responsabilidad proteger a su familia, y esa responsabilidad ahora se había convertido en una llama que ardía con más intensidad que nunca. Su conexión con sus hermanos era profunda, y la pérdida de Daemon había encendido una furia implacable en su corazón.
—Preparémonos para la guerra —murmuró Aelyria, más para sí misma que para los demás. Sabía que su momento estaba cerca.
Al llegar a las cercanías de Rocadragón, los espías que Aelyria había enviado a la fortaleza ya comenzaban a enviar sus informes. Había disturbios entre las tropas de Daenerys, los rumores sobre la desaparición de uno de los dragones jóvenes de Drogon eran más que un simple accidente. Algo más profundo y oscuro estaba ocurriendo dentro de la fortaleza.
—Mis informantes dicen que la reina está preocupada —informó un espía al llegar al campamento—. Ha movilizado a sus aliados y parece haber convocado a una reunión urgente. Los Graegoris han sido mencionados, y el nombre de Daemon ha surgido en las conversaciones.
—Sabemos que nos temen —dijo Thalion, su mano apretando el pomo de su espada—. Es el momento de golpear.
Aelyria asintió, pero su mente seguía calculando. Sabía que la venganza sería dulce, pero debía ejecutarse de manera que asegurara la victoria completa. Daenerys podía caer, pero no sin antes sufrir el peso completo del poder Graegoris.
—Nos infiltraremos —ordenó Aelyria—. Localizaremos a Daemon, y cuando lo tengamos de vuelta, quemaremos Rocadragón si es necesario. No habrá piedad para quienes osaron desafiarnos.
Las tropas comenzaron a moverse en grupos pequeños, cada uno con una misión específica. La Casa Graegoris no solo buscaba recuperar a su hermano; buscaban restaurar su honor y demostrar que nadie, ni siquiera la Reina Dragón, podía desafiar el fuego y la sangre de los antiguos dioses valyrios.
La venganza de los Graegoris había comenzado.
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Hijos del Fuego y de la Sombra
FanfictionTras la caída de Valyria, los Targaryen se erigen como los últimos señores de dragones. Sin embargo, en las sombras de la historia, una casa valyria desconocida resurge, reclamando su lugar y su legado. Con dragones olvidados y secretos ancestrales...