Hermione caminaba por los pasillos de la Madriguera, distraída en sus pensamientos. Había ido a pasar unos días con los Weasley antes de retomar sus estudios y enfocarse en su carrera. Sin embargo, lo último que esperaba era encontrarse con Fleur Delacour, a quien no veía desde la Batalla de Hogwarts. Lo último que supo es que Fleur había terminado su relación con Bill, algo de lo que nadie hablaba mucho, pero que evidentemente había dejado huella en ambos.Cuando Hermione cruzó la puerta del jardín, allí estaba Fleur, sentada en la mesa de picnic, con una taza de té y el sol brillando en su cabello plateado. Parecía una diosa bajo la luz de la tarde. El corazón de Hermione latió más rápido de lo que le habría gustado admitir.
—Hermione, ma chère —la saludó Fleur con una sonrisa deslumbrante—. Es bueno verte.
—Igualmente, Fleur —respondió Hermione, tratando de mantener la compostura.
El verano transcurría con relativa tranquilidad, pero Hermione no podía evitar sentir una atracción constante hacia Fleur. Había algo en su presencia, en la forma en que se movía y hablaba, que hacía que Hermione se sintiera nerviosa, casi vulnerable. No ayudaba que cada vez que estaban juntas, parecía que había una chispa entre ellas, una especie de energía latente