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A la mañana siguiente, el sol brillaba suavemente a través de las ventanas de la casa, llenando cada rincón con una luz cálida y acogedora. En la mesa del desayuno, Fleur y Hermione charlaban animadamente mientras servían café y croissants, disfrutando de una mañana tranquila después de la emoción del regreso de las chicas.

Céleste, aun sintiendo la paz del día anterior, estaba inmersa en un libro, aunque de vez en cuando levantaba la mirada para unirse a la conversación. Pero hoy no era su turno para contar historias, sino el de Eléa

—Bueno, Eléa —dijo Hermione con una sonrisa mientras colocaba una taza de té frente a ella—, ayer escuchamos todo sobre las experiencias de Céleste, pero estamos muy curiosas por saber cómo fue tu año. ¿Tienes alguna aventura emocionante que compartir con nosotras?

Eléa sonrió ampliamente, siempre lista para hablar sobre sus propias experiencias en Hogwarts. Desde pequeña había sido la más extrovertida de las dos, siempre buscando la oportunidad de explorar y vivir aventuras. A diferencia de Céleste, quien había luchado principalmente con su magia interior, Eléa había tenido un año lleno de acción, desafíos y amistades nuevas.

—¡Por supuesto! —respondió emocionada, enderezándose en su asiento—. Este año fue absolutamente increíble. Aunque hubo algunos momentos en los que pensé que no lo lograría, al final, todo valió la pena.

Fleur, que siempre se preocupaba más por los riesgos que sus hijas corrían, la miró con cierta aprensión, aunque sabía que Eléa siempre encontraba la forma de salir adelante.

—¿Qué sucedió? —preguntó con un toque de preocupación—. ¿Qué fue lo que casi no lograste?

Eléa rió suavemente y alzó las manos para tranquilizar a su madre.

—No fue nada grave, mamá. Solo... bueno, digamos que hubo algunos desafíos imprevistos en las clases de Defensa Contra las Artes Oscuras. Estuvimos practicando con criaturas mágicas, y en una de las lecciones nos enfrentamos a un Boggart.

Hermione levantó una ceja, interesada.

—¿Un Boggart? Siempre es interesante ver en qué se transforma cuando alguien lo enfrenta. ¿Qué fue lo que viste?

Eléa se quedó en silencio por un momento, reflexionando sobre ese día en clase. Sabía que enfrentarse a un Boggart era más que solo un ejercicio de magia; revelaba los temores más profundos de una persona. No era fácil compartir eso, pero decidió abrirse, sabiendo que estaba en un lugar seguro con su familia.

—Fue... fue la soledad —admitió finalmente—. El Boggart se transformó en una escena donde estaba completamente sola, sin nadie a mi alrededor. Fue... impactante. No me había dado cuenta de que tenía tanto miedo de quedarme sola.

Fleur y Hermione intercambiaron una mirada de comprensión. Sabían lo importante que eran las conexiones emocionales para Eléa, siempre tan sociable y rodeada de amigos. Ver ese miedo manifestarse debía haber sido un momento difícil.

—Eso suena aterrador —dijo Fleur en voz baja—, pero me alegra que lo enfrentaste. ¿Qué hiciste para vencerlo?

Eléa sonrió ligeramente, recordando cómo había logrado deshacerse del Boggart

—Pensé en todas las personas que me rodean, en ustedes, en Céleste, y en mis amigos. Me di cuenta de que nunca estoy realmente sola. Así que, usé el hechizo Riddikulus y transformé la escena en algo ridículo: en lugar de estar sola, estaba rodeada de pasteles parlantes que no paraban de contar chistes malos. Toda la clase se echó a reír.

Céleste, que había estado escuchando en silencio, no pudo evitar soltar una carcajada.

—¡Pasteles parlantes! Eso es típico de ti, Eléa.

Hermione sonrió con calidez.

—Eso es lo que hace un Boggart tan interesante. Te muestra algo profundo sobre ti misma, pero también te da la oportunidad de superarlo con humor. Estoy muy orgullosa de ti por enfrentarlo con tanta valentía.

Eléa asintió, contenta de haber compartido ese momento. Pero, por supuesto, no todas sus aventuras en Hogwarts habían sido tan introspectivas.

—Pero eso no fue lo único emocionante que sucedió este año —continuó, emocionada—. También formé parte del equipo de Quidditch . ¡Fue increíble! Aunque... bueno, digamos que tuve un pequeño "accidente" en uno de los partidos.

Fleur dejó escapar un suspiro preocupado.

—¿Accidente? —preguntó con el ceño fruncido—. ¿Qué sucedió?

—¡Nada grave! —se apresuró a decir Eléa, levantando las manos para calmar a su madre—. Solo me caí de la escoba durante una jugada complicada. Estábamos a punto de atrapar la Snitch, y yo estaba tan concentrada que perdí el equilibrio. Terminé cayendo al suelo, pero Madame Pomfrey me arregló en un par de minutos.

Céleste se rió.

—Eso suena como algo que solo tú harías. ¿Al menos atraparon la Snitch?

Eléa sonrió con orgullo.

—¡Sí! Nuestro buscador la atrapó unos segundos después de mi caída, así que valió la pena.

Fleur, aunque aún preocupada, sonrió ante la determinación de su hija mayor.

—No puedo decir que me guste la idea de que te caigas de una escoba, pero me alegra que todo haya salido bien.

Eléa continuó contando historias sobre sus amigos, las travesuras que había hecho en los pasillos de Hogwarts, y cómo había ayudado a organizar un pequeño baile en su casa. El año había sido emocionante para ella, lleno de momentos inolvidables

—Y creo que lo más importante que aprendí este año —dijo Eléa, volviendo a ponerse seria por un momento—, es lo importante que es tener a alguien en quien confiar. Hice muchos amigos, pero también aprendí a valorar a quienes realmente me apoyan, como mis compañeros de casa y, por supuesto, Céleste.

Céleste sonrió, sintiendo el cariño en las palabras de su hermana.

—Yo también aprendí mucho de ti, Eléa. Siempre has sido la valiente de las dos.

Fleur y Hermione, observando a sus hijas con orgullo, sabían que ambas habían crecido enormemente ese año. Céleste había dominado su magia veela, y Eléa había enfrentado sus miedos más profundos. Cada una, a su manera, había mostrado una fortaleza que las haría aún más fuertes en el futuro.

—Estoy muy orgullosa de las dos —dijo Fleur con una sonrisa—. No solo por sus logros en magia, sino por el crecimiento que han tenido como personas.

Hermione asintió, su mirada suave pero llena de orgullo.

—Ambas son excepcionales. Y estoy segura de que seguirán sorprendiendo al mundo mágico con todo lo que son capaces de hacer.

Las chicas sonrieron, agradecidas por tener a dos madres tan comprensivas y amorosas. Sabían que, con ellas a su lado, estaban listas para cualquier aventura que les esperara en el futuro

El Encantó De La Veela Donde viven las historias. Descúbrelo ahora