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Al día siguiente, mientras caminaban juntas por los terrenos de la Madriguera, Ginny las alcanzó, riendo por algo que había pasado durante el desayuno.—¡Hermione, tienes que ver cómo George derramó jugo sobre Percy! Fue hilarante —Ginny seguía riendo mientras caminaba al lado de Hermione, sin notar el ligero cambio en la expresión de Fleur.
Hermione sonrió, disfrutando de la compañía de su amiga, pero sintió cómo la mano de Fleur, que sostenía la suya discretamente, se tensaba. Una rápida mirada hacia Fleur reveló un brillo en sus ojos, un destello de esos celos veela que había mencionado. Fleur no dijo nada, pero su cuerpo lo comunicaba todo.
Ginny, sin darse cuenta de la tensión, siguió hablando animadamente. Hermione, preocupada por la creciente incomodidad de Fleur, apretó ligeramente su mano, esperando calmarla.
Finalmente, Ginny se despidió, corriendo hacia la casa para buscar a George, dejando a Fleur y Hermione solas.
—¿Estás bien? —preguntó Hermione, sabiendo perfectamente que algo estaba mal.
Fleur se detuvo, cerrando los ojos por un momento antes de responder.
—No soporto ver a los demás cerca de ti de esa manera. No es algo que pueda controlar fácilmente, Hermione. Es mi naturaleza —Fleur suspiró, claramente luchando contra sus emociones.
Hermione sabía que esto era algo que tendrían que enfrentar. No podía cambiar lo que Fleur era, pero quizás podían aprender a manejarlo juntas.
—Fleur, no tienes que preocuparte por Ginny o por nadie más. Quiero estar contigo, y solo contigo —dijo Hermione con firmeza—. Pero si esto es demasiado para ti...
—No —interrumpió Fleur, mirándola con una intensidad renovada—. Lo que siento por ti es más fuerte que cualquier instinto veela. Solo necesito aprender a controlarlo.
Hermione asintió, sabiendo que esto no sería fácil, pero dispuesta a intentarlo. Fleur la atrajo hacia ella nuevamente, y en ese momento, supo que ninguna fuerza mágica, ni siquiera los celos de una veela, podría alejarlas