Los meses siguientes estuvieron llenos de planificación, esperanza y nuevos comienzos. Fleur y Hermione se informaron sobre las opciones mágicas y naturales para tener otro hijo, investigando hechizos y pociones que pudieran ayudarlas en este proceso. Mientras tanto, preparaban a Eléa para la idea de tener un hermano o hermana, quien no podía estar más emocionada ante la perspectiva de ser una hermana mayor.Un día, después de un tratamiento especial con magia veela, Fleur recibió la confirmación que ambas habían estado esperando: estaba embarazada. La noticia llenó su hogar de una alegría inmensa. Fleur, radiante como siempre, llevaba una luz especial en su mirada, y Hermione no podía dejar de mirarla con una mezcla de amor, asombro y gratitud.
—Vamos a tener otro bebé —dijo Fleur suavemente una noche, mientras ambas estaban en la cama, acurrucadas bajo las mantas.
Hermione, acariciando suavemente el vientre de Fleur, sonrió con lágrimas en los ojos.
—No puedo esperar para conocerlo —respondió Hermione, su voz llena de emoción—. Ya lo amo tanto.
Fleur la besó tiernamente, y en ese momento, todo se sintió perfecto. Estaban exactamente donde debían estar: juntas, construyendo una vida llena de magia, amor y posibilidades infinitas.
El embarazo de Fleur trajo una nueva alegría y una energía renovada al hogar de Hermione y Fleur. Cada día parecía una celebración en miniatura mientras observaban los cambios en la vida de su familia. Eléa, con una curiosidad infantil inagotable, no paraba de hacer preguntas sobre el bebé que venía en camino.
—¿Cuándo vendrá? —preguntaba Eléa, tocando suavemente el vientre de su madre—. ¿Será niño o niña? ¿Tendrá magia como yo?
Fleur y Hermione compartían una mirada llena de ternura antes de responder a sus preguntas con la mayor sinceridad que podían.
—Pronto lo sabremos, cariño —decía Fleur, acariciando el cabello de su hija—. Pero lo más importante es que será tu hermanito o hermanita, y te amará tanto como nosotras te amamos a ti.
Eléa asentía con entusiasmo, ya imaginando las aventuras que viviría con el nuevo miembro de la familia.
A medida que el embarazo avanzaba, Hermione se dedicó a cuidar de Fleur con devoción. Aunque Fleur era fuerte y llevaba su estado con gracia, Hermione siempre estaba ahí para ayudarla en cualquier cosa que pudiera necesitar. Los días se llenaban de conversaciones sobre cómo sería el futuro con dos hijos, cómo equilibrarían sus carreras y la crianza, y, sobre todo, cuánto amor sentían por el bebé que aún no había llegado