Un día, mientras revisaban uno de los escondites descubiertos por los aurores, Hermione encontró un mapa antiguo con marcas que indicaban varios puntos de convergencia de poder elemental en el mundo mágico. Uno de esos puntos estaba sorprendentemente cerca de su hogar.El corazón de Hermione se aceleró al darse cuenta de lo que esto significaba: los Morlais estaban cerca, y su hogar, con Fleur y Eléa, estaba en peligro inminente.
Aquella noche, Hermione llegó a casa con una sensación de urgencia. Había intentado contactar a Fleur durante el día, pero no había recibido respuesta. Entró rápidamente, llamando a su esposa.
—¡Fleur! ¿Dónde estás?
La casa estaba inusualmente silenciosa. Eléa no se oía desde su cuna, y Hermione sintió que el pánico comenzaba a apoderarse de ella. Corrió hacia la habitación de Eléa, donde la encontró vacía, pero había algo fuera de lugar: un rastro de magia oscura que llenaba el ambiente.
Fue entonces cuando sintió la presencia detrás de ella.
Una figura encapuchada estaba de pie en la entrada de la habitación. Hermione desenfundó su varita en un instante, su corazón latiendo desbocado.
—¿Dónde están? —gritó, apuntando directamente a la figura.
El encapuchado rió suavemente, con una voz grave y ominosa.
—Están a salvo... por ahora. Pero si quieres que siga siendo así, tendrás que entregar lo que buscamos.
Hermione sintió una rabia creciente en su interior. No sabía de qué estaban hablando, pero no importaba. No podía permitir que alguien amenazara a su familia.
—No sabes con quién estás tratando —dijo Hermione, su varita temblando ligeramente, pero su voz firme.
La figura no parecía inmutarse.
—Nosotros buscamos poder, Granger. Sabemos que has estado investigando, y estás muy cerca. Si no quieres que tu familia sufra, deja de interferir. Esto es solo el comienzo.
Antes de que Hermione pudiera atacar, la figura desapareció, dejando atrás solo una ráfaga de viento frío
Hermione, aún temblando de ira, corrió hacia el resto de la casa hasta que finalmente encontró a Fleur y a Eléa en una habitación protegida por un encantamiento. Fleur había logrado activar un antiguo hechizo de protección veela en el último segundo, y aunque estaban a salvo, la expresión de miedo y determinación en su rostro lo decía todo.—Están aquí, Fleur. Y no van a detenerse.
Fleur la miró, con su rostro aún pálido, pero llena de determinación.
—Entonces, tenemos que detenerlos antes de que nos encuentren otra vez.
Hermione asintió, sabiendo que la lucha que se avecinaba no sería fácil. Pero también sabía que juntas, ella y Fleur eran más fuertes de lo que cualquier enemigo podría imaginar