Hermione pasó los días siguientes sumergida en la investigación. Sabía que el incidente en su casa no era una simple coincidencia. El poder que había sentido en la explosión, la antigua familia de magos oscuros y los artefactos robados... todo indicaba que estaban ante algo mucho más grande de lo que pensaban. Harry también estaba preocupado, y juntos formaron un equipo de aurores dedicados exclusivamente a resolver el caso.Mientras tanto, Fleur trataba de recuperar la normalidad en casa. Aunque Hermione le había pedido que se quedara en un lugar más seguro mientras resolvía el caso, Fleur se negó. Ella era una veela, y la seguridad de su familia también era su responsabilidad. Con Eléa en sus brazos, miraba el jardín donde había ocurrido la explosión y juró para sí misma que protegería a su hija a cualquier costo.
Una noche, después de otro largo día en el Ministerio, Hermione regresó a casa agotada pero decidida. Fleur la esperaba en la sala, con Eléa durmiendo tranquilamente en su cuna mágica. Al ver la expresión tensa de Hermione, Fleur supo que algo importante había sucedido.
—¿Lo has descubierto? —preguntó Fleur, con un tono suave pero directo.
Hermione asintió, sus ojos llenos de una mezcla de preocupación y determinación
—Creo que he encontrado la conexión que buscábamos. Estos artefactos robados pertenecían a la familia Morlais, una antigua familia de magos oscuros que desapareció después de la caída de Voldemort. No se sabe mucho de ellos, pero hay leyendas que sugieren que practicaban una forma de magia oscura única, ligada a los elementos naturales. Esa explosión en nuestro jardín... no fue magia común. Fue magia elemental.
Fleur frunció el ceño, procesando la información.
—¿Magia elemental? Eso es raro. ¿Cómo crees que lograron desatarla?
—Esos artefactos que robaron —continuó Hermione— no son objetos cualquiera. Están imbuidos de magia ancestral, y si alguien los está usando, podría estar intentando aprovechar ese poder para fines oscuros. El problema es que no sabemos exactamente qué están buscando, pero está claro que están dispuestos a atacar a quien se interponga en su camino.
Fleur se quedó en silencio por un momento, su mirada fija en Hermione. Sabía que su esposa no era alguien que se dejara intimidar fácilmente, pero también sabía lo mucho que llevaba sobre sus hombros.
—No quiero que nos separemos —dijo finalmente Fleur—. No podemos huir ni escondernos, pero tenemos que enfrentarlo juntas.
Hermione la miró, sintiendo una oleada de amor y admiración por Fleur. A pesar del peligro, su determinación nunca flaqueaba.
—Lo haremos juntas —respondió Hermione con firmeza, tomando la mano de Fleur—. Pero necesito que seas extremadamente cuidadosa. Esta gente es peligrosa, y no dudarán en atacar de nuevo si sienten que estamos demasiado cerca de descubrir la verdad.
Fleur asintió, apretando la mano de Hermione con fuerza.
—Tú también debes tener cuidado, mon amour. No eres invencible.
A medida que pasaban los días, Hermione y su equipo lograron rastrear a algunos de los responsables detrás de los ataques. Descubrieron que los descendientes de la familia Morlais no solo buscaban poder, sino también venganza. Durante la caída de Voldemort, algunos de sus parientes cercanos habían sido asesinados o encarcelados por magos de la Orden del Fénix, y ahora querían recuperar lo que consideraban suyo.