Una tarde, mientras Hermione estaba inmersa en el trabajo, recibió un patronus de Ginny: "Hermione, Fleur está en San Mungo. Algo ocurrió, Eléa está bien, pero necesitas venir cuanto antes."
El corazón de Hermione se detuvo por un segundo antes de que el pánico comenzara a apoderarse de ella. Sin perder un segundo, dejó el Ministerio y se apareció directamente en San Mungo.
Al llegar, encontró a Ginny en la sala de espera con Eléa en brazos, ambas a salvo, pero la tensión en el aire era palpable. Hermione se acercó a ellas rápidamente, mirando a su hija para asegurarse de que no había sufrido ningún daño.
—¿Qué pasó? —preguntó Hermione, su voz llena de preocupación mientras acariciaba el cabello de su hija.
Ginny trató de calmarla.
—Todo ocurrió muy rápido. Fleur estaba en casa con Eléa cuando algo explotó cerca de ellas. Fleur la protegió con un hechizo, pero se llevó el impacto de la explosión. No sé qué causó la explosión, pero los sanadores dijeron que está estable, solo está en observación por el impacto mágico.
Hermione sintió que su corazón latía con fuerza, una mezcla de alivio y miedo. Agradeció en silencio que Eléa estuviera a salvo, pero la idea de que algo le hubiera pasado a Fleur la aterrorizaba.
Ginny la llevó a la habitación donde estaba Fleur. Al entrar, vio a su esposa descansando en una cama, su rostro pálido pero sereno. Hermione sintió un nudo en la garganta, pero Fleur, al notar su presencia, abrió los ojos y sonrió débilmente.
—Estoy bien, mon amour. No fue tan grave como parece —dijo Fleur en un intento de tranquilizarla.
Hermione se acercó rápidamente y tomó su mano, sintiendo el calor de su piel, lo que le dio algo de paz.
—Me asustaste mucho —murmuró Hermione, sentándose junto a ella—. Ginny me dijo lo que pasó. No entiendo qué pudo causar la explosión.
Fleur negó con la cabeza.
—Tampoco lo sé. Solo recuerdo estar jugando con Eléa en el jardín cuando sentí una presión mágica muy fuerte, y luego todo explotó. Eléa estaba demasiado cerca, y lo único en lo que pude pensar fue en protegerla.
Hermione apretó su mano, con una mezcla de gratitud y preocupación.
—No sé qué está pasando, pero tiene que estar relacionado con el caso en el que estoy trabajando. Demasiadas coincidencias... no puedo permitir que esto te ponga en peligro a ti o a Eléa.
Fleur intentó incorporarse, pero Hermione la detuvo con suavidad.
—Fleur, por favor, descansa. Lo resolveremos, pero no puedo soportar la idea de que algo te ocurra.
—Lo sé —respondió Fleur, mirándola con amor—. Pero soy fuerte, Hermione. Y no dejaré que nada nos destruya. Estamos juntas en esto.
Hermione asintió, pero no podía quitarse el peso del miedo de encima. Las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar: el tráfico de artefactos oscuros, las explosiones inexplicables, y ahora, la posibilidad de que estuvieran siendo objetivo. Era demasiado