Fleur gritó de horror, lanzándose hacia Callum con una furia que solo una veela podía manifestar. Sus ojos se iluminaron con una intensidad casi sobrenatural, y su cabello comenzó a brillar con un resplandor plateado. Sin pensarlo dos veces, atacó a Callum con una magia pura, casi instintiva, que lo derribó al suelo.—¡Hermione, ahora! —gritó Fleur.
Hermione, aún aturdida por el ataque, se levantó y, con un último esfuerzo, logró desactivar el segundo artefacto. En un instante, la energía mágica que llenaba el edificio se detuvo, y todo quedó en silencio
Callum, derrotado, miró a ambas con odio mientras los aurores lo apresaban.
—No creas que esto ha terminado —susurró con veneno antes de ser llevado.
Hermione, exhausta pero aliviada, corrió hacia Fleur y la abrazó con fuerza.
—Lo hicimos —murmuró, aún recuperándose del impacto.
Fleur la miró, sonriendo a pesar del cansancio.
—Sí, lo hicimos. Juntas.
Hermione y Fleur se quedaron abrazadas unos segundos más, sintiendo el peso del alivio tras la intensa batalla. Callum Morlais había sido derrotado, y con él, parecía que la amenaza inmediata también lo había sido. Pero ambas sabían que aquello no había terminado por completo. Los Morlais aún tenían seguidores, y la magia elemental que habían intentado desatar seguía siendo un peligro latente.
Cuando los aurores escoltaron a Callum fuera del edificio en ruinas, Harry apareció con una expresión de alivio y preocupación.
—¿Están bien? —preguntó, dirigiendo su mirada hacia Hermione y Fleur, inspeccionando cualquier señal de herida.
Hermione asintió, con una sonrisa cansada pero sincera.
—Estamos bien, por ahora. Pero hay algo más que debemos hacer.
Fleur, aún con la magia de su veela brillando ligeramente en su cabello, miró a Harry con una expresión determinada.
—Este ritual... no estaba completo. Callum mencionó que los artefactos son solo una parte del plan. Tenemos que destruir lo que queda y asegurar que no puedan ser usados de nuevo.
Harry asintió lentamente, comprendiendo la gravedad de la situación. Los artefactos robados aún contenían poder, incluso después de ser neutralizados.
—Llevaremos los artefactos al Ministerio y los mantendremos bajo vigilancia estricta —dijo Harry—. No permitiremos que caigan en las manos equivocadas otra vez. Pero antes, deberíamos asegurarnos de que no haya más artefactos ocultos en otros lugares.
Hermione se enderezó, aunque sus músculos todavía protestaban por el esfuerzo de la batalla.
—Podemos seguir el rastro de los registros familiares de los Morlais. Deben haber dejado alguna pista en sus documentos antiguos sobre otros objetos que podrían estar buscando. Si los encontramos antes que ellos, podremos asegurarnos de que nunca puedan realizar un ritual similar.
Fleur la miró, con una mezcla de preocupación y admiración en su mirada.
—Hermione, necesitas descansar. Hemos enfrentado a uno de los magos oscuros más peligrosos de los últimos tiempos. No puedes seguir adelante sin tomarte un respiro.
Hermione iba a protestar, pero la suave mano de Fleur en la suya y la ternura en su voz la detuvieron. Había olvidado cuán agotada estaba hasta ese momento. Además, Fleur tenía razón: estaban agotadas y necesitaban tiempo para recuperarse, aunque solo fuera por una noche.
—Tienes razón —suspiró Hermione—. Vamos a casa.
Esa noche, después de asegurarse de que los artefactos estaban bajo la custodia del Ministerio y de que el equipo de aurores estaba investigando cualquier posible rastro de los Morlais, Hermione y Fleur regresaron a Shell Cottage, donde Bill y Ginny las esperaban con Eléa.