Unas semanas más tarde, cuando la familia ya había comenzado a acostumbrarse a esta nueva dinámica, Hermione finalmente regresó. Llegó una tarde, cansada pero sonriente, con un brillo en los ojos que mostraba lo mucho que había echado de menos a su familia.
Las niñas corrieron hacia ella, envolviéndola en abrazos antes de que pudiera siquiera soltar su equipaje. Hermione rió, abrazándolas con fuerza antes de mirar a Fleur, que se acercaba con una sonrisa.
—Te he echado de menos —dijo Hermione, envolviendo a Fleur en sus brazos.
—Y nosotras a ti —respondió Fleur, besándola suavemente—. ¿Cómo fue todo?
Hermione suspiró, agotada, pero aliviada de estar en casa.
—Complicado, pero logramos resolverlo. Había un grupo de criaturas mágicas que se estaban comportando de manera extraña debido a una antigua maldición que había sido activada en el bosque. Fue difícil, pero con la ayuda del Ministerio y los profesores de Hogwarts, conseguimos romper la maldición y evitar un conflicto mayor.
Fleur asintió, agradecida de que todo hubiera salido bien.
—Estoy tan orgullosa de ti, Hermione. Sabía que lo lograrías.
Esa noche, después de que las niñas se durmieron, Fleur y Hermione se sentaron juntas en el sofá, disfrutando de la tranquilidad de estar de nuevo juntas. Hermione escuchó con atención todo lo que Fleur le contó sobre Céleste y los desafíos que habían enfrentado durante su ausencia.
—Tenemos mucho trabajo por delante —dijo Hermione, tomando la mano de Fleur—. Pero como siempre, lo haremos juntas.
Fleur sonrió, apoyando la cabeza en el hombro de Hermione.
—Sí, juntas. Siempre.
Y así, en la calma de la noche, las dos mujeres, unidas por el amor y la magia, encontraron la paz en el simple hecho de estar de nuevo juntas, listas para enfrentar cualquier desafío que la vida les presentara