19

59 5 0
                                    


El regreso a Londres fue tan abrupto como inevitable. Apenas habían llegado cuando ambas se vieron arrastradas de nuevo a la vorágine de la vida diaria. Hermione tenía su trabajo en el Ministerio, y Fleur, que colaboraba con el Banco de Gringotts, también tenía sus propios compromisos. Pasaban largas horas sin verse, algo que no sucedía desde antes de su retiro en Bretaña.

Una tarde, después de una semana particularmente estresante en el trabajo, Hermione llegó a casa y encontró a Fleur visiblemente frustrada. La expresión de su rostro era tensa, y sus movimientos, inquietos. Hermione dejó sus cosas a un lado, sabiendo que algo no estaba bien

—¿Qué ocurre, Fleur? —preguntó con suavidad, acercándose.

Fleur la miró, sus ojos brillando con una mezcla de rabia contenida y confusión.

—Hoy en Gringotts, tuve que trabajar con un grupo de aurores en una investigación, y... bueno, entre ellos estaba Ron. Fue incómodo, Hermione. No puedo evitar sentirlo, aunque sé que no debería —admitió, mordiendo su labio inferior con frustración—. Sé que no hay nada entre ustedes, pero... esos sentimientos vuelven. Es como si no pudiera evitarlo.

Hermione suspiró, entendiendo la lucha interna de Fleur.

—Fleur, lo hemos hablado muchas veces, y sé lo difícil que es para ti. Pero lo importante aquí no es que sientas celos, sino cómo los manejas. Estás aquí conmigo ahora, y eso es lo que importa. No te estoy pidiendo que no sientas lo que sientes, pero quiero que confíes en lo que tenemos.

Fleur bajó la mirada, claramente avergonzada por sus emociones.

—Intento confiar, pero a veces me siento tan fuera de control. Como si mi naturaleza veela me empujara a reaccionar, aunque mi cabeza me diga que no es necesario.

Hermione acarició su mejilla con delicadeza, obligándola a mirarla a los ojos.

—La magia veela puede ser poderosa, pero también lo es tu corazón. Sé que puedes superarlo, Fleur, porque ya lo has hecho antes. Hemos pasado por mucho, y no voy a dejar que esto nos afecte.

Fleur asintió lentamente, sintiéndose un poco más tranquila bajo el toque de Hermione.

—Lo sé. Solo necesito recordarlo en esos momentos... como me dijiste en Bretaña.

Hermione sonrió y besó su frente.

—Siempre estaré aquí para recordártelo. Somos más fuertes juntas.

El tiempo siguió avanzando, y aunque los celos de Fleur no desaparecieron por completo, comenzaron a manifestarse de manera menos intensa. En lugar de dejarse consumir por ellos, Fleur aprendió a comunicarse con Hermione cuando esos sentimientos surgían. Sabía que no sería fácil, pero estaba dispuesta a luchar por su relación.

El Encantó De La Veela Donde viven las historias. Descúbrelo ahora