Decidida a aclarar cualquier malentendido, Fleur se acercó a Ron cuando los demás se alejaron un momento para ayudar a Molly con los platos.
—Ron —comenzó Fleur en voz baja, tratando de sonar tranquila—. Sé que las cosas entre nosotros han sido un poco tensas, pero quiero que sepas algo.
Ron, sorprendido por la iniciativa de Fleur, asintió, preparándose para escuchar.
—Hermione es todo para mí. La amo más de lo que puedo explicar, y haría cualquier cosa por ella. Solo quiero que sepas que respeto lo que significas en su vida y que nunca haría nada para herirla —continuó, su voz firme y sincera.
Ron la miró durante unos segundos antes de asentir lentamente.
—Lo sé, Fleur —dijo finalmente—. No te mentiré, al principio fue difícil. Pero he visto cómo eres con ella y cómo ella es contigo. Quiero lo mejor para Hermione, y si eso eres tú, entonces me alegro por ella. Solo... cuídala, ¿de acuerdo?
Fleur sonrió con alivio, sintiendo que, por fin, habían llegado a un entendimiento.
—Siempre lo haré.
Las semanas que siguieron estuvieron llenas de preparativos. Aunque querían una boda pequeña, había detalles por decidir: el lugar, las flores, los invitados. Fleur, con su sentido innato del estilo, se encargó de la decoración, mientras que Hermione se concentraba en los aspectos más prácticos.
La fecha se fijó para el inicio del otoño, en una pequeña villa mágica en las afueras de Londres, un lugar rodeado de jardines llenos de flores silvestres. Hermione amaba los libros y la naturaleza, y ese lugar parecía el equilibrio perfecto para ambas