Fleur escuchaba atentamente cada palabra, sus ojos brillando de orgullo cada vez que Céleste hablaba sobre su progreso. Hermione, por su parte, hacía preguntas curiosas y siempre alentaba a las chicas a reflexionar sobre lo que habían aprendido
Cuando Céleste contó el momento en que los estudiantes de Slytherin la habían ridiculizado, y cómo había logrado mantener la calma, Fleur apretó ligeramente los puños, pero sonrió con aprobación.
—Me alegra que no les hayas dado el poder de afectarte —dijo Fleur—. Los comentarios malintencionados siempre existirán, pero lo importante es cómo reaccionamos ante ellos.
Céleste asintió, sabiendo que había aprendido una valiosa lección ese día.
—Sí. Creo que, al final, lo que más me ha enseñado este año es que la magia no es algo externo a nosotras. Está dentro, es parte de lo que somos. Y una vez que acepté eso, todo fue más fácil.
Hermione sonrió con orgullo.
—Esa es una lección que muchos magos tardan años en aprender. Estoy muy orgullosa de ti, Céleste. Eres una bruja increíblemente talentosa, y tu futuro es brillante.
Fleur, que se había mantenido en silencio por un momento, finalmente habló con una voz suave pero firme.
—Céleste, has hecho algo que muchas veelas nunca logran. Has encontrado el equilibrio entre tu magia y tus emociones, y eso no solo te hará más fuerte como bruja, sino también como persona. Estoy increíblemente orgullosa de ti.
Céleste, sintiendo una profunda gratitud y amor, sonrió a su madre y a Hermione. Sabía que había recorrido un largo camino, pero también sabía que no habría llegado tan lejos sin su apoyo.
—Gracias, mamá, Hermione. No podría haberlo hecho sin ustedes.
Esa noche, cuando Céleste y Eléa se retiraron a sus habitaciones, el corazón de Céleste estaba lleno de paz. Había enfrentado sus mayores miedos, dominado su magia y compartido sus logros con las personas que más amaba. El futuro era incierto, pero ella estaba lista para cualquier cosa.
Sabía que, con su familia a su lado, no había nada que no pudiera lograr