Después de meses de arduo trabajo, ejercicios intensivos y reflexiones profundas, Céleste finalmente llegó a un punto de equilibrio. Había enfrentado sus temores, comprendido su herencia veela y, sobre todo, aceptado que su poder era parte de ella, no algo que debía rechazar.La mañana en la que todo cambió comenzó como cualquier otra. Estaba en la clase de Encantamientos, rodeada de sus compañeros de Ravenclaw y Gryffindor, cuando el profesor Flitwick anunció un ejercicio especial: un desafío de magia avanzada que requería una gran precisión y control. Se trataba de conjurar un Patronus Corpóreo, un hechizo conocido por ser uno de los más difíciles en el mundo mágico.
-Es un encantamiento que se alimenta de los recuerdos felices y de la fuerza interior -explicó el profesor, paseando frente a los estudiantes-. No se trata solo de la habilidad mágica, sino de la conexión con lo que más valoran en su corazón.
Céleste, que había escuchado sobre el hechizo Patronus antes, sintió una mezcla de emoción y nerviosismo. Era un verdadero reto. Pero en el fondo de su ser, algo le decía que estaba lista. Había pasado tanto tiempo explorando sus emociones, sus miedos, y ahora, con su nueva comprensión de su magia, creía que podía hacerlo.
Cuando fue su turno, Céleste se adelantó al centro del aula. Podía sentir las miradas de sus compañeros sobre ella, pero en ese momento no le importaba. Solo pensaba en la calma que había encontrado en su interior, en la conexión que había desarrollado con su magia veela.
Alzó su varita con confianza y recordó un momento en el que se había sentido plena: una tarde de verano en la casa de su familia, cuando ella y Eléa habían corrido por los campos, riendo bajo el sol, libres y felices.
-Expecto Patronum -susurró con firmeza.
De su varita emergió una luz brillante, y en cuestión de segundos, un hermoso cisne plateado apareció frente a ella, deslizándose con elegancia por el aire. Era una manifestación perfecta de su Patronus, radiante y sereno, como un reflejo de la paz interior que ahora sentía.
La clase estalló en aplausos. El profesor Flitwick la observaba con una sonrisa orgulloso.
-Excelente, Céleste. Un Patronus verdaderamente magnífico.
Céleste sonrió, sintiendo una mezcla de orgullo y alivio. Había dominado uno de los hechizos más complejos, pero lo más importante era lo que ese hechizo representaba: el control total de su magia, el equilibrio entre sus emociones y su poder