No acercarse a Darek

Promesa de vivir

Narrado por Darek Steiner:

La vida está repleta de promesas vacías, inconclusas y hasta inventadas, ya que muchas de ellas solo se quedan flotando en el aire como burbujas que a medio camino se diluyen en la desidia. Y es que ahora la palabra prometer me pesa como una lápida. No porque no quiera cumplir, sino que mi propia existencia se siente como una promesa ya rota. ¿Cómo le puedo prometer un futuro cuando el propio presente ya se desmorona?

Desde siempre me ha costado jurar sobre algo, mi propia oscuridad me lo ha impedido. Es como si esa sombra interna que vengo cargando desde mi infancia se negara a comprometerse con la luz. Pero entonces pienso en ella, en su sonrisa, en la manera en la que me mira, en cómo me sujeta de la mano sin importarle las cientos de cicatrices grabadas en mi piel y mi alma, y es allí que quiero comprometerme a vivir. Prometer vivir. Vivir porque me necesita. Vivir porque quiero que cada vez que se desmorone lo haga en mis brazos.

—Te escucho —pronuncia Julián.

Voy a esforzarme por cumplir lo que ayer le dije, no importa lo que tenga que hacer.

Sentado en la camilla, ya vestido con la bata que él mismo me entregó hace unos minutos, mantengo la mirada fija en el suelo, en las líneas tenues dibujadas por el sol que se filtra por las persianas de la habitación. No es un sol cálido, sino más bien un espectro pálido que apenas consigue remover algo en mí.

Esta mañana llegué muy temprano al hospital para culminar con los estudios faltantes y empezar de lleno con el tratamiento. Tuve que decirle a Meredith que estaría fuera del pueblo junto a mi abuelo por un tema familiar, que por esa razón no asistiría a la preparatoria. Si supiera que en realidad me estoy enfrentando a una lucha de la que no sé si saldré vencedor.

—Julián —empiezo y la voz me suena extrañamente ajena, suplicante, como si saliera de la garganta de otra persona. Levanto la cabeza y centro los ojos en los suyos. —Haz lo que sea necesario para salvarme. No importa el dolor, el dinero o el tiempo que lleve, pero necesito salvarme.

Ya anticipaba que su rostro se contraería por la extrañeza, hasta yo mismo me extraño por estarle rogando salvarme. Incrédulo, se lleva el dedo al puente de sus gafas y lo empuja para ajustarlas mejor.

—¿He escuchado bien? Quieres vivir.

Sé por qué lo pregunta, sé que la primera vez que padecí esta enfermedad me importaba poco seguir aquí. Me paso la mano por el cabello antes de asentir.

—Sí, voy a luchar por no dejarme vencer y tú, tú eres el aliado que tengo para que eso funcione, así que si necesitas hacerme gritar de dolor por algún tratamiento, no dudes en hacerlo. Quiero probar cualquier cosa que pueda mantenerme vivo.

Me evalúa con la mirada, en ella leo lo mucho que le alegra oírme hablar así, pero al mismo tiempo la oscuridad de la realidad va opacando esa felicidad.

—Es raro escucharte hablar así, recuerdo que la primera vez que recibiste tratamiento te daba igual morir o vivir.

—Sí, pero ahora si muero, ella va a llorar y solo para evitar eso quiero vivir con cada fibra de mi ser.

Aquella vez, bajo el árbol de cerezo, le dije que haría cualquier cosa por la chica de la que estoy enamorado, incluso que ella se merecía que viviera y hoy no solo va a quedar en palabras. Hoy me prometo hacer todo lo que esté en mis manos para vivir.