Capítulo 36

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Los minutos siguen su curso. Gracias a los cielos, la segunda clase del día fue suspendida, porque si no no nos da tiempo de hablar de absolutamente nada.

Adán por fin cruza el umbral de la puerta, seguido muy de cerca por Darek, quien no había vuelto a poner un pie dentro del salón desde hace un rato. Sus rostros son iluminados por la sutil luz que se cuela por los ventanales, ambos reflejan una seriedad, que para Darek, es muy característica, mas para Adán, no tanto. Desde mi asiento, noto que Adán se sienta al lado de Rebeca, que no tarda en arrojarle una sonrisa. Darek por su parte, se hunde en el asiento que antes ocupaba.

Pongo mis ojos de nuevo en el rostro de Adán, preguntándome por qué se mira tan golpeado. Es claro que quien lo golpeó lo hizo con saña, sin piedad. Desvío la vista en el segundo que sus ojos rozan los míos.

Al fin, reunidos todos, Éber toma la palabra:

—Supongo que ya todos tienen una idea de porque estamos aquí —dice, mirando a cada uno en el salón. —Cada uno ha recibido una carta, ¿cierto?

La mención de las cartas logra capturar al instante nuestra atención.

Roxana, que ha decidido sentarse alejada de todos, resopla.

—Éber, podrías ir al grano.

—¿Todos aquí han recibido una carta? —insiste él.

Isaac asiente, y tras eso, cada uno lo imita.

—¿Tú dejaste esas cartas? —investiga Roxana, enarcando una ceja.

—No, pero también recibí una.

—¿Recibiste una? —repite Raquel, confundida —. ¿Qué quieres decir con eso? ¿Es parte de alguna iniciativa del club de ajedrez?

Rebeca se ríe por el comentario de su amiga al tiempo que la mira con complicidad.

—Ahora somos integrantes del club de ajedrez —bromea —. Lo peor es que, sé de ajedrez lo que los hombres saben de fidelidad.

Éber niega con la cabeza, y sus ojos azules conectan con los de la chica que acaba de hablar.

—Esto no es ninguna broma.

Su tono grave provoca que un escalofrío estremezca mi dorso, surgiendo en mi memoria el día que esa carta apareció en mi casillero y cómo creí que solo se trataba de una broma.

Los ojos de Rebeca se mueven de Éber a Roxana y luego a Raquel, casi como si buscara ayuda en su par de amigas. Sin embargo, ellas parecen haber sido inyectadas con una dosis de miedo, puesto que ambas ensartan a Éber con la mirada.

Por un instante, el aula se condensa con un silencio sepulcral. Cada uno procesa la información como mejor le es posible.

—¿De qué hablas? —pregunta Roxana pasado un rato.

—Rachel recibió una de esas cartas antes de desaparecer, Isaac recibió una en la que debía cumplir una especie de reto y... Leticia recibió una antes de suicidarse —continúa Éber —. Después de estarlo pensando por días, creo que nosotros somos parte de un equipo...

—Ya va, no estoy entendiendo nada —interrumpe Raquel antes de erguir su postura —. ¿Cómo que Isaac tuvo que cumplir un reto?

Isaac la voltea a ver.

—Lo del video. Lo hice porque así lo decía la segunda carta que recibí.

Frunce el ceño.

—¿Segunda carta? —Traga saliva —. Yo solo he recibido una.

No acercarse a DarekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora