Capítulo 1

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Meredith

Actualidad...

Esta mañana al despertar me sentí más animada que los demás días, no sé si es por lo bonito y soleado que está el cielo, por el hecho de que no tendré que lidiar con los malos comentarios de mi padre o porque hoy por fin veré a Adán. Quizás sea por las tres.

—¿Qué tal te sientes hoy? —se interesa Laia. —Te ves feliz.

Mi hermana mayor puede saber cuando estoy triste y cuando la felicidad condensa mi alma con solo mirarme. Le dirijo una mirada corta para luego poner mi atención en el sandwich que me meto a la boca. Una vez trago el pedazo de pan acompañado de queso y jamón vuelvo a mirarla.

—Me siento bien, muy bien.

Sonríe de lado con ese bonito pigmento rojizo natural de sus labios. Ella es hermosa, con el cabello alisado hasta más abajo de la espalda baja, los ojos de un verde esmeralda, tez clara y bonitas pecas que se acentúan en la parte de su nariz y sus mejillas. Siempre he querido ser tan preciosa como lo es ella, pero la suerte no ha estado a mi favor, terminando siendo la "menos agraciada" de la familia de los Fischer.

—Te va a ir genial hoy —me animó, mientras alarga la mano por encima de la mesa y cubre la mía con ella. Su palabras de aliento me llenan tanto el alma que no pudo evitar una sonrisa. —Vas a ser la mejor de la clase, Mer.

No estoy tan confiada de eso, puesto que desde que cursó el colegio me he esforzado por ser la mejor de la clase y hasta el día de hoy no lo he logrado. Sin embargo, no dejo mi desconfianza en evidencia y hago mi mayor esfuerzo por adquirir una postura erguida.

—Voy a dar lo mejor de mí este año, te lo prometo —digo con determinación y observo cómo su rostro se iluminaba de orgullo.

—Te quiero, Meredith y confío en ti.

Laia hace un año terminó la preparatoria y ahora estudia enfermería en la universidad del pueblo, cuando se graduó le otorgaron un reconocimiento por ser la mejor estudiante y por ser la alumna con más labores sociales realizadas. Mis padres desde que soy muy pequeña le han prestado más atención y amor a ella y para este punto de mi vida veo la razón por la que a mí me han dejado en un segundo plano. Antes tuve muchos problemas con esto, incluso llegué a pensar que ella era la culpable, ahora veo que no; el problema he sido yo que no he seguido su ejemplo.

Me levanto de la silla y sin pensármelo mucho la abrazo, como ella se encuentra sentada su cabeza se apoya en mi estómago y una de sus manos viaja hasta mi espalda donde siento que me da dos palmaditas.

—También te quiero, Lai, eres la mejor hermana del planeta.

Suelta una leve risita que silencia en el instante que se pone de pie y termina con nuestra muestra de cariño.

—Vamos que vas a llegar tarde.

Por suerte hoy ella puede llevarme a la preparatoria, ya que papá salió del pueblo por asuntos de trabajo y mamá... bueno, mamá es un tema en el que prefiero no pensar.

Me apresuro a correr a la cocina, agarro un poco de papel de aluminio y en él enrollo el pedazo de sándwich que no me dió tiempo de comer. Lanzo el sándwich dentro de la mochila que acto seguido guindo en mi hombro. Con el mismo ritmo tomo un sorbo del jugo de naranja que tiene el vaso que descansa en la mesa y así es como salgo de la cocina. Laia atraviesa el umbral primero que yo, por ello me lleva varios pasos de ventaja. Cruzo la sala principal de la casa, llegando entonces a la puerta por la que ya mi hermana ha salido. Tan pronto doy un paso al exterior siento el sol dándome en la cara y tal contacto me hace sonreír.

No acercarse a DarekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora