Capítulo 3

14.4K 1.2K 179
                                    

El aire parece quedar estancado en mis pulmones, la sangre dejar de correr por mis venas y mis manos no encuentran forma de calmar los temblores que la asaltan de un segundo a otro. Siento un escalofrío recorrer mi espalda, y soy consciente que el miedo que atenaza mi pecho se debe a una sola persona: Darek Steiner. Ahora mismo, bajo la mirada de él, me siento desnuda, vulnerable y expuesta. Creo que ya estoy loca, pero puedo jurar que es como si sus ojos vieran dentro de mí.

Pero lo que está a punto de suceder me deja aún más paralizada. Éber aparece en mi campo visual y no me da tiempo de procesar nada cuando él sujeta a Darek por el cuello de su suéter y lo hace retroceder.

—Alejate de ella —escupe sin relajar el agarre en la tela —¡Meredith vete!

Por un microsegundo me doy la tarea de entender la magnitud de la escena que mis ojos presencian, y entonces doy un torpe paso hacia adelante.

—Éber...

Mi voz es interrumpida por Darek, el cual levanta su mano ya apuñada y la impacta contra la mejilla de Éber, esto provoca que el rostro de mi amigo se gire con suma brusquedad y antes de que espabile ya está tendido en el piso. Pero lo peor que hago es dirigir mi mirada hacia los ojos de Darek, puesto que ellos ya se han oscurecido, mostrando una intensidad desmesurada, es aterrador.

—Darek...

Busco detenerlo, pero él se va hacia Éber como un animal salvaje que ha logrado encontrar una presa vulnerable. Sin embargo, me armo de valor y salgo detrás de él.

—¡Detente! —Me interpongo en su camino. Siento su cuerpo tensarse, pero yo me preparo para cualquier movimiento que él pueda hacer. Con el corazón latiéndome a mil por hora, dirijo una mirada hacia Éber y en un tono decidido vuelvo a hablar: —Él vino conmigo.

Capto como su rostro se transforma lentamente en una expresión llena de incredulidad. Su cejas se fruncen, los ojos se le abren un poco más y su labios se separan ligeramente, como buscando decir algo.

—¿Qué? —es lo que termina por decir.

Las piernas me tiemblan, pero no dejo esto en evidencia y trago saliva.

—Él vino conmigo —repito.

Éber detrás de mí logra ponerse de pie y lo escucho quedarse parado con la respiración algo agitada.

—Vine... con ella porque no quiero... que la desaparezcas —dictamina Éber mientras la voz se le entrecorta varias veces.

—Silencio, Éber —suelto.

No quiero que esto se haga más grande, creo que ya ha sido suficiente.

Darek parpadea varias veces, como si tratara de asimilar lo que acaba de escuchar, y finalmente se pasa una mano por el cabello a la vez que exhala un suspiro. Él parece estar perdido, confundido y sin entender nada.

—¿Desaparezcas? —se pregunta para sí.

Luego de un instante, hace un gesto extraño y acto seguido sonríe de manera inquietante. La sonrisa comienza a extenderse por todo su rostro y eso me hace pensar que algo no va bien, bueno, en realidad nada puede ir bien cuando se trata de él.

La sonrisa que exhibe su rostro es escalofriante. No es para nada una sonrisa amistosa o reconfortante, sino una sonrisa malévola que deja ver sus dientes apretados. Agregado a esto la mirada perturbadora que pronto se adueña de sus ojos, que ahora están cerrados de forma amenazante.

—Ya, por favor —pido casi en una súplica.

Sus ojos se posan en mí.

—¿Tienes miedo de que te desaparezca? —inquiere al bajar una ceja.

No acercarse a DarekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora