El reloj se mueve a un ritmo diferente esta mañana, más lento, con el paso de los segundos arrastrando una tensión palpable que se ha adherido a mi piel como la niebla de un día frío y húmedo.
Estoy de pie en la parada en la que me corresponde estar todas las mañanas, sin embargo, mi corazón hoy no está agitado por haber salido tarde de casa, ni por la angustia de los exámenes que esperan por mí en lo que resta de día.
Me muerdo las uñas hasta casi sentir el sabor metálico de la sangre en mi boca. La ansiedad me consume, no por la espera del autobús, sino por los murmullos que se tejen a mi alrededor.
—¿Escuchaste? Rachel volvió —comenta alguien a mi espalda, suena asombrada.
—Sí, en las noticias dijeron que por ahora estará metida en la policía —le responde el chico que la acompaña —, ya sabes, para dar su testimonio de donde rayos estuvo por todo este tiempo.
—Seguro lo hizo para llamar la atención —concluye la chica a su lado.
Rachel, la misma que ha sido el tema de conversación en las últimas semanas, apareció de repente, como si nada hubiera pasado, incluso una imagen suya junto a su madre fue emitida en las noticias de esta mañana y, para ser honesta, no se miraba afectada por toda esta situación. En dicha noticia no se dio demasiada información al respecto, se limitaron a reportar que ella se encuentra sana y salva y que por ahora todo el tema se mantendrá en privado con la policía y la familia de ella, con la finalidad de resguardar su integridad.
Paso saliva cuando un grupo a mi lado tiene una conversación aún más sombría.
—Leticia... no puedo creer que haya tomado esa decisión.
—Lo peor es que se lanzó del último piso del Hospital Central.
—No, lo peor es que justo fue a hablar con un psicólogo y luego de salir de la consulta se... terminó con su vida —agrega un tercero.
En la conversación se mezclan la incredulidad y un temor reverencial al hablar de un tema tan definitivo como lo es el suicidio, sin siquiera querer pronunciar dicha palabra.
Son estas palabras las que me mantienen atrapada en un estado de inquietud que apenas y me permite respirar. Me veo a mí misma envuelta en una encrucijada emocional a la que no le consigo ninguna salida; por un lado, el alivio y las preguntas sin resolver que acompañan el regreso de Rachel, y por otro, el luto y el temor que deja el repentino suicidio de Leticia.
El zumbido insistente en el bolsillo de mi pantalón me arranca del ensimismamiento que está a un paso de consumirme. Mis dedos, algo temblorosos por la angustia que me embarga, buscan el dispositivo. Al desbloquearlo, un torrente de mensajes inundan mi vista, todos provenientes del grupo de WhatsApp que comparto con Abril y Éber. Es un hervidero de texto y emojis que intentan, sin éxito, capturar la magnitud de lo que ellos sienten.
Leticia se suicidó
Vieron las noticias??
??
👀
RESPONDAN
El bobo de Éber
Abril contesta de inmediato.
Esto ya es demasiado
Tenemos que hablar con alguien de las cartas
Tengo mucho miedo, chicos
ESTÁS LEYENDO
No acercarse a Darek
Teen FictionMeredith desde que tiene uso de razón, conoce la existencia de Darek Steiner, aunque ha estipulado una regla bien marcada en su vida: NO ACERCARSE A DAREK. Darek, por su parte, no tiene idea de quién es Meredith, pero..., ¿qué ocurriría si por un j...