El nudo que se me forma en la garganta por un segundo me impide respirar y es ese mismo nudo el que no me deja emitir sonido alguno, lo único que puedo hacer es mirarlo mientras la imagen de sus labios devorando los de Alison se repite en mi cabeza una tras otra vez.
Al percatarse de mi reacción él se aproxima a mi altura y es al tenerme a centímetros de distancia que se frena, en todo este proceso evalúa la expresión que me invade el rostro. Entonces levanta una ceja, como si pensara, para luego posar la vista en el teléfono que sigo sosteniendo en la mano y que de un momento a otro me queda la piel.
—¿Quién te llamó?
Ahora quiero gritar, llorar, desaparecer. Pero en vez de eso, alzo el mentón lo más alto que me es posible, me trago el nudo en la garganta, desbloqueo el teléfono y reproduzco el video frente a su cara.
—¿Qué... qué es esto? —la voz me sale temblorosa, casi inaudible.
Voy notando como sus ojos se van agrandando y la piel de su rostro se torna tan blanca como el papel. Tan pronto acaba la grabación mueve su par de pupilas a las mías y cuando estoy lista para escuchar cualquier explicación recibo a cambio un confuso silencio, que lo único que provoca es que sienta el corazón aleteándome en el pecho como un pájaro atrapado en una jaula.
—¡Darek! —insto, alzando la voz al mismo tiempo que arrojo el móvil a la cama —¡Di algo!
Sigue sin moverse. El chico que siempre parece tener respuesta para todo lo ha abandonado para dejar de reemplazo a uno desorientado.
—Yo... puedo explicarlo.
La rabia empieza a burbujear en mis entrañas, sustituyendo la decepción inicial.
—¡Explícalo! —replico, sonando más alterada de lo previsto.
—Eso ocurrió antes de que tú y yo empezáramos a hablar... antes de empezar las clases... —Pasa saliva —no tenía idea de que ese video existiera...
La misma rabia me hace liberar una carcajada de pura ironía. La mente me comienza a ser bombardeada por las sonrisas que compartía con Alison, las miradas que se lanzaban uno al otro y como esa vez en mi habitación me dijo que si yo tenía una cita con Adán él saldría con Alison.
Todo esto siempre estuvo frente a mí.
—Por Dios, Darek. —Doy un paso atrás y sacudo la cabeza, una risa rota vuelve a brotar de mi boca —. No soy tan estúpida, sabes. Me he dado cuenta de cómo la miras, de cómo le sonríes... Mierda, sabía que algo había pasado entre ustedes, pero... no sé. —Me encojo de hombros —, creí que me iba a enterar por ti y no por un puto video —cada palabra que me sale de la boca se convierte en punzadas que me atraviesan.
Detecto que tensa la mandíbula.
—Meredith...
—Ahora quiero que me digas la verdad —lo interrumpo, pero antes de continuar debo aspirar una bocanada de aire —. ¿Pasó algo más?
El pecho le sube y le baja.
—Meredith...
El corazón me dice que no siga. Sin embargo, la mente me exige no detenerme.
Quiero que él me lo diga. Quiero escucharlo de su voz, aunque eso pueda dejarme en ruinas.
Lo enfrento con la mirada y de los labios se me derrama la pregunta que me hace oprimir el pecho:
—¿Hubo más que besos?
Hablo como quien está en una encrucijada, en la que no sabe si quiere o no escuchar la verdad.
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No acercarse a Darek
Teen FictionMeredith desde que tiene uso de razón, conoce la existencia de Darek Steiner, aunque ha estipulado una regla bien marcada en su vida: NO ACERCARSE A DAREK. Darek, por su parte, no tiene idea de quién es Meredith, pero..., ¿qué ocurriría si por un j...