Capítulo 23

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El profesor Uriel dio una sola indicación clara para la realización de este trabajo escrito: «Lean y respondan cada pregunta con sus propias interpretaciones, con sus propias ideas».

Darek tuvo que haber leído un mínimo de veinte libros.

Sus ojos, fijos en la pantalla de su laptop, no paran de moverse de un lado a otro. Sus dedos teclean con destreza y agilidad, como si cada palabra, cada frase que redacta en el documento, estuviera grabada en su mente. Incluso llegó a pensar que en su cerebro hay almacenada una biblioteca entera que pasa frente a él.

Yo, por mi parte, estoy del otro lado del escritorio de mi habitación, absorta, observándolo. Su semblante inmerso en la concentración, tiene un aire diferente para mí. Los mechones de su cabello caen desordenados sobre su frente mientras sus cejas se arrugan de vez en cuando. Sus labios, apretados en una línea recta, demuestran la seriedad y el compromiso que tiene al dejar todo perfectamente explicado. Me es imposible no notar la distinción con la que mueve sus manos al presionar cada letra, casi es como si estuviera tocando el piano y cada letra fuera una nota musical.

Mi propia realidad se desvanece al contemplar la forma en la que las palabras salen disparadas de sus dedos y como la pantalla se llena con información muy bien compuesta. Por desgracia, él levanta la vista de la pantalla e interrumpe mi ensimismamiento. Su mirada choca con la mía y de inmediato lo aparto.

—¿Leíste lo que te pedí?

De un solo trancazo vuelvo a mi entorno, parpadeo varias veces antes de aclarar mi mente. No tengo de otra que mirar la pantalla de mi laptop para darme cuenta de que ni siquiera he empezado con la lectura de la información de la siguiente pregunta que debemos responder.

—Estoy en eso —miento, sintiéndome insignificante en comparación con su voraz capacidad de adsorción de información.

—Pues, esa última pregunta tendrás que responderla tú. —Se concentra de nuevo en la pantalla de su computadora y teclea tres veces. Luego enciende la pantalla de su teléfono y mira la hora, ya son las 7 de la noche. —Yo tengo que irme.

No tengo idea en cómo se han ido más de tres horas, pero siento que el tiempo pasó volando. Es justo lo que él propone, puesto que él se encargó de la mayoría de las preguntas y hasta escribió una introducción impecable.

—La contestaré a mi manera —respondo.

—Ya te compartí el documento, responde la pregunta y yo más tarde veré si me convence.

Por un segundo había olvidado que tengo delante de mí a 'Don exigencia' en persona.

—¿Cómo haces para grabarte toda esa información con tan solo leer? —le pregunto de pronto.

La verdad es que desde hace rato esa pregunta picaba en la punta de mi lengua, sin embargo, lo vi tan concentrado que no quise quebrantar ese espacio de quietud que lo envolvía.

Él cierra su laptop, poco a poco una sonrisa con un matiz de orgullo va cubriendo su semblante.

—Tengo una memoria fotográfica, incluso podría recordar el color de tus ojos por los días que me resten de vida con solo mirarlos una vez.

Hay algo en su voz que me dice que está jugando conmigo, pero, por otro lado, percibo una pizca de sinceridad en la forma en la que me mira.

—Pues, me encantaría desarrollar esa habilidad —comento.

Sus heridas manos se apoyan en su computadora, aunque sus pupilas no se despegan de mí en ningún momento.

—¿Para qué? Para recordar el color de mis ojos por los días que te resten de vida —dice, con una risa que es a medias un suspiro.

No acercarse a DarekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora