Los latidos de mi corazón parecen querer escapárseme del pecho mientras me veo atrapada entre las fuertes manos de Darek. La fragancia que desprende su cuerpo no tarda en enredarse en mi olfato. Es un aroma embriagador, una mezcla irresistible de madera, cuero y el rastro que deja la nicotina del cigarrillo. Un perfume pecaminoso que de pronto desata mis sentidos y despierta algo en lo más profundo de mi ser.
La multitud a nuestro alrededor nos observa con ojos curiosos, como si esperaran la explosión de una bomba de tiempo. Quizás y esa bomba sea mi pecho, porque él es el que está a punto de estallar.
He quedado petrificada, incapaz de dar una respuesta coherente.
—Yo... no... —las palabras me salen a bocanadas.
Sin soltarme de las caderas, él mueve una de sus manos hasta llegar a mi mejilla, acariciándola suavemente con el dorso de sus dedos ásperos. Sus ojos, que ahora se ven más oscuros, se extienden por todo mi rostro, buscando una respuesta.
—Meredith, ¿quieres que te bese en la mejilla? —murmura y en cada palabra su voz se torna más y más ronca.
Lo tengo tan cerca que incluso puedo sentir su aliento rozando mis labios. Mi mente se nubla entre el miedo y el deseo. El morbo que le impregna a su voz evoca un fuego desconocido dentro de mí.
¿Por qué temerle cuando fui yo la que lo rete primero?
Es entonces cuando una osadía que nace desde lo profundo de mi pecho me lanza a caer en su juego. La voz sale de mis labios entrelazada con un leve temblor, pero sin que el miedo me domine.
—Bésame en el cuello.
Sonríe de lado.
—Muy buena elección.
Sus dedos se encargan de apartar los mechones de cabello que me caen por de bajo de mis hombros y es entonces cuando su rostro se hunde en el hueco de mi cuello sin vacilar y al estar conteniendo la respiración, sus labios tentadores y peligrosos, casi como él mismo, rozan mi piel y con esto una excitación que no había sentido antes se apodera de cada fibra de mi piel. La suavidad de sus labios contrasta con la fría rudeza de su personalidad. Un escalofrío recorre mi espalda, mientras mis ojos se cierran involuntariamente ante la explosión de sensaciones que están por inundarme. Permito que el vértigo que se instala en la boca de mi estómago me atrape de tal forma que mis piernas tiemblan. El simple roce de sus labios en mi cuello provoca una serie de chispas en mi interior, despertando emociones y sensaciones desconocidas.
Las luces, la música y el bullicio del lugar se desvanecen, y solo queda él con sus labios sobre mí, y mi corazón latiendo desbocado bajo su hipnótica proximidad.
Su boca se retira lentamente de mi cuello, dejando tras de sí un rastro de calor y una sensación de vacío en mi piel. De golpe abro los ojos y busco los de él. Aunque ha sido solo un roce, ha sido suficiente para querer más, quiero más de sus labios, de él. En cuanto se incorpora, fija una mirada penetrante en mis ojos, tan intensa como la que tiende una serpiente sobre su próxima víctima.
—Continuemos con el juego —comenta.
Tras esto camina de vuelta a su lugar, toma las dos cartas que debe sumar y hace como si nada hubiese pasado.
«¿Cómo puede estar tan tranquilo cuando por su culpa mi corazón está por sufrir un paro?», me pregunto para mis adentros, pero de inmediato sacudo la cabeza y aparto la vista de él. No puedo seguir mirándolo, le estoy dando justo lo que él quiere: mi estabilidad.
Me esfuerzo por enfocarme en mi respiración, volviendo a inhalar y exhalar con normalidad, mas se me hace difícil, ya que la presencia de Darek es tan abrumadora que casi me toma un minuto entero volver a mi realidad. En cuanto alzo la mirada y la centro en el juego que sigue dándose frente a mí, me sorprendo al darme cuenta de que es mi turno de tirar. El color ahora es rojo, un 8 rojo. Me apresuro a lanzar el 5 del mismo color, detrás de mí, Darek arroja una reversa, dándome la oportunidad de volver a jugar, pero esto en vez de hacerme pensar que lo hace de buena fe, me advierte que lo está haciendo con un único propósito y ese es hacerme sufrir.
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No acercarse a Darek
Teen FictionMeredith desde que tiene uso de razón, conoce la existencia de Darek Steiner, aunque ha estipulado una regla bien marcada en su vida: NO ACERCARSE A DAREK. Darek, por su parte, no tiene idea de quién es Meredith, pero..., ¿qué ocurriría si por un j...