Las piernas me actúan en automático, ya que la mente la tengo en blanco y el corazón me late como un tambor frenético que amenaza con salírseme disparado del pecho. Y antes de reaccionar por completo, salgo a toda prisa hacia Darek que se ha puesto en pie apenas se vio sangre en los dedos.
—Darek —exclamo, la voz me sale más aguda de lo que quería. Sin embargo, no hay tiempo para eso. Voy directamente a su altura y al estar por extenderle una mano, él se aparta suavemente, echando un paso atrás.
—Estoy bien —asegura aun cuando la sangre gotea sobre la tela blanca de su suéter. —Sufro de hemorragia nasal. No pasa nada.
Los dedos me tiemblan mientras le agarro de la mano y la bajo para así poder acercarme más.
—Darek, estás sangrando mucho —digo, llena de pánico.
He centrado toda mi atención en Darek, tanto que ni siquiera he notado que la señora Irma ha ido por una caja de pañuelos, solo me percato de ello cuando lo oigo hablar a mis espaldas.
—Desde hace mucho no veía tanta sangre. Ten la cabeza levantada. Por suerte guardo pañuelos. —Aparece desde un costado y le entrega un puño de pañuelos que saca de la caja. Darek me mira antes de tomarlos y empezar a limpiarse. —¿Has ido al médico, muchachito? Eso no es normal.
Mantengo los ojos puestos en él. Capto como se pasa los pañuelos por la nariz y por la mano, pero no solo eso, también vislumbro la mirada escrutadora que le dedica a la mujer.
—Estoy bien.
Ella en respuesta infla los pulmones.
—Que bueno que estés tan seguro de estar bien, muchachito. La salud es una bendición que no todos tienen.
De reojo distingo que vuelve a tomar asiento y Darek aparta los pañuelos de su cara, mostrándome que ya no está sangrando. Soy libre de volver a respirar con normalidad, aunque es cierto que me queda un sabor amargo en la boca.
Quiero decir tantas cosas, preguntarle por qué si sufre de hemorragias nasales no lo había visto sangrar hasta ahora o si de verdad se siente bien, pero mientras hace una bola con los pañuelos me sonríe y entiendo que se siente bien.
Ocupo el mismo asiento de antes, Darek hace lo mismo.
—Nos estaba diciendo que el padre de Steiner golpeó a su hijo por un juego de ajedrez —interviene Éber, retomando la conversación que quedó a medias —. ¿Qué fue lo que pasó exactamente?
Sigo controlando las palpitaciones de mi corazón, por esta razón desvío la vista de Darek y la afinco en la señora Irma. Ella hace silencio con una expresión pensativa adueñándose de sus facciones.
—Fue en el campeonato de ajedrez de ese año escolar... el de 1992. Christopher nunca se había inscrito en ningún campeonato de nada, aunque era muy bueno en muchas cosas de esas. Sin embargo, ese año decidió que quería probar. Por lo que supe luego, el padre del muchachito de ojos ámbares era el campeón de ajedrez desde hacía dos años atrás, así que cuando mi hijo le ganó no puedo aceptarlo y... le terminó rompiendo la nariz y el labio. —Sacude la cabeza —. Era una escoria.
Éber se rasca la nuca.
—¿Y qué hizo usted?
—Fui a la escuela, logré que lo expulsaran por dos días. —Entonces sella los labios y por un segundo avisto nostalgia cubriendo sus pupilas —. Luego mi Crispín desapareció.
Lágrimas pronto le obstaculizan la vista y agachando la cabeza, permite que ellas resbalen.
Abril, que está más cerca de ella, se mueve hacia adelante, alarga una mano y arropa la suya.
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No acercarse a Darek
Teen FictionMeredith desde que tiene uso de razón, conoce la existencia de Darek Steiner, aunque ha estipulado una regla bien marcada en su vida: NO ACERCARSE A DAREK. Darek, por su parte, no tiene idea de quién es Meredith, pero..., ¿qué ocurriría si por un j...