Capítulo 13

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¿Quién es Dios? ¿Quién lo creó? ¿De verdad me ama?

La relación que tengo con el creador de todo es una fuente constante de dudas y preguntas que me atormentan una vez me detengo a reflexionar sobre ella. Muchas veces al pensar en esto me siento en un vaivén emocional entre la fe y el desconcierto, y eso me llena de culpa.

Quisiera confiar plenamente en Dios, creer sin reservas en que tiene algo bueno para mí y que me ama sin condiciones. Quisiera sentirme abrazada por su presencia en cada paso que doy, en cada decisión que tomo. Pero, para ser sincera, esa confianza se ha perdido en una oscura sombra que envuelve la duda.

No se lo he contado a nadie, pero me he cuestionado en más de una ocasión si Dios existe o si todo ha sido una ilusión creada por la mente humana para consolarse frente a las incertidumbres de la vida. Me pregunto si parte de mi fe tiene bases sólidas o si, al contrario, ha sido solo un refugio en el que me aferro desesperadamente ante el temor al desasosiego del que habla la biblia para todos esos que dejan de creer.

Estar de pie frente a la iglesia más grande de todo el pueblo me hace sentir pequeña, impura, pecadora. Desde que tengo uso de razón me han dicho que no debo cuestionar mi religión, que no debo hacer preguntas sobre la existencia de Dios y todos sus escritos, sin embargo, por años no me he sentido parte de una casa que me juzga por hacer preguntas. No encuentro sentido a muchas cosas que buscan imponer con el título "Si crees de verdad no debes dudar".

La iglesia se erige como el símbolo religioso más importante del pueblo. Sus altas torres y su hermosa arquitectura me cautivan, aunque también producen en mi pecho un miedo algo perturbador.

El teléfono que tengo atrapado entre mis dedos vibra y es esto lo que me hace despegar mis ojos de la fachada de la iglesia para posarlos en la pantalla. Leo el mensaje que llega. Es Éber.

Ya estamos en la casa de Dios

El bobo de Éber

Debajo del mensaje hay una foto de él junto a Abril. Ella sonríe no muy convencida, mientras que él tiene dos dedos frente a su cara y una sonrisa burlona en sus labios.

Un nuevo mensaje entra.

Faltas tú para que empiece el juicio💀

Hasta el mismo Éber que ha sido ateo desde sus primeros años de vida, parece más cómodo dentro de la iglesia de lo que me siento yo al poner un pie dentro de ella.

Me guardo el teléfono en el bolsillo y atraigo aire hacia mis pulmones, preparándome para empezar a caminar dentro del templo cuando escucho que un auto se estaciona en la orilla de la calle, no pasa ni un minuto y oigo que un segundo coche frena. Volteo instintivamente por mera curiosidad y, para mi sorpresa, observo a los gemelos «D» bajando de uno de los vehículos último modelo que se han aparcado frente a la iglesia.

Dante y Drake, con sus versiones idénticas de cabello perfectamente peinado y ropa impecable, pasan a mi lado, sin siquiera dirigirme una mirada. Es evidente que mis preocupaciones y dilemas no son dignos de su atención. A miles de kilómetros se puede apreciar la indiferencia que dejan flotando en el aire mientras se meten dentro de la iglesia con un caminar seguro y altanero.

Pero lo que realmente termina por sorprenderme es la presencia de la madre de los gemelos, una vez baja del mismo coche del que han salido sus hijos, ella se baja del asiento del copiloto en cuanto el chofer hala la puerta. Giovanna Steiner es una mujer muy elegante de unos cuarenta años que se esfuerza por el cuidado de su aspecto físico. El vestido que lleva es un derroche de estilo y buen gusto, que además complementa con un largo abrigo que parece carísimo, dejando claro su estatus social y su posición privilegiada en la comunidad. Sus ojos de un color miel están fijos en el frente, concentrada en entrar en la iglesia.

No acercarse a DarekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora