Capítulo 5

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Todos dentro del autobús estamos sorprendidos, con una mezcla entre tensión y amenaza condensando el aire, que, no sé cómo, sigue llenando mis pulmones y las palabras que acaba de escupir Darek resonando una y otra vez en mi cabeza.

«Si sigues burlándote de ella sabrás de mí»

No puedo ver a Leticia, pero casi la puedo imaginar con la sorpresa tiñéndole el gesto. Darek pocas veces pasa palabra con las personas que, día tras día comparten aula con él, es por esto que nadie en el lugar puede salir del asombro.

Tras un pronunciado silencio Leticia deja escapar una risa, que por como se oye, no es nada convincente.

—¿Y tú quién te crees? —le contesta —. ¿Eres su novio o qué?

Darek no responde. Solo la sigue ensartando con la mirada que cada vez se torna más y más oscura y fría.

—Te lo repetiré una vez más: si sigues burlándote de ella sabrás de mí.

El tono en el que sus palabras quedan flotando en el aire es tan amenazante que hasta a mí se me hace un nudo en el estómago. Sin agregar nada más, él vuelve a tomar asiento a mi lado.

De refilón noto que Leticia, sin saber qué hacer, se sienta en el asiento que se le ha asignado.

—Vaya, así que ahora Meredith tiene un defensor —masculla entre dientes, aunque yo logro escucharla.

Darek no hace caso al comentario de la chica a la que le encanta hacer sentir mal a los demás. Lo próximo que hace es ponerse los audífonos y cerrar los ojos, a la vez que echa su cabeza un poco hacia atrás y la apoya en el respaldo del asiento. A estas alturas el llanto, las lágrimas y la escena de Adán besando a Alison han quedado en un segundo plano, lo único que hago ahora es observar a mi compañero de asiento con admiración y curiosidad.

«¿Por qué me ha defendido? ¿Acaso quiere pedirme algún favor? ¿Qué hay detrás de este chico?»

El autobús no tarda en arribar en la parada. Darek abre sus ojos, se levanta y sin ni siquiera voltearme a ver, sale por la puerta trasera. Yo no me lo pienso dos veces para colgarme la mochila en el hombro y salir tras él, pero por desgracia, los estudiantes comienzan a aglomerarse en la puerta por la que ha salido el chico teñido de gris ceniza y tardo un minuto en poder poner un pie fuera del bus.

Tan pronto, salgo del rebulicio extiendo la mirada por toda la entrada del instituto hasta que ubico a Darek que está por empezar a subir las escaleras de la entrada. Apresuro la marcha de mis pasos.

—¡Oye! ¡Espera! —digo antes de atrapar su antebrazo y hacerlo girar.

Apenas se voltea hace un brusco movimiento con su mano para que lo deje de tocar, como si mi tacto le provocara una fuerte descarga eléctrica. Me mira con sorpresa y algo más que no consigo descifrar al instante.

—¿Qué rayos te pasa? —Su voz sale cortante y directa, provocando una sensación de distancia entre los dos.

—Quiero que me digas por qué me defendiste.

Tengo la barbilla en alto, los ojos clavados en los suyos y control total del tono de mi voz, sin embargo, en mi interior me inundan unas enormes ganas de alejarme de él, salir corriendo y no obtener ninguna respuesta a mi pregunta. Creo que por un momento, olvidé que Darek Steiner es la persona que tengo enfrente, el mismo chico que por años me ha transmitido mucho miedo y dudas.

Él suspira y se pasa una mano por el pelo para apartarlo de su frente.

—No soporto a esa chica —responde —. Es patética.

No acercarse a DarekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora