Capítulo 17

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"¿Ha estado enamorado?" "Entonces, ¿le rompieron el corazón?" "Nunca lo hubiese imaginado".

La enorme confesión que ha hecho Darek ha desatado que comentarios y murmullos, para nada discretos, se disparen por todo nuestro alrededor. Pero no solo ha causado eso, también ha provocado un revuelo en mis pensamientos y corazón. Su voz queda resonando en mis oídos por un rato en el que sigo preguntándome si la chica de la que está hablando soy yo. Después de todo, mi idea no es tan descabellada del todo y eso no hace más que asaltarme con más dudas.

La sequedad se apodera de mi garganta de una manera tan abrumadora que es como si hubiese tragado un puñado de arena, a la vez que siento un nudo en el estómago, retorciéndose sin piedad. Pero en medio de la incertidumbre que ha dejado suspendida en el aire, el mismo Darek se encarga de arrebatar lo poco que ha permitido entrever de su intimidad.

—Ya me aburrí de esto —dice para luego tirar las cartas que le quedan en la mesa. Antes de irse agarra uno de los tantos vasos que hay por todos lados y le da un corto sorbo, tras tragar el líquido se saborea los labios y desliza su penetrante mirada por cada una de las personas que nos encontramos rodeando la mesa, pero sus ojos se frenan justo en mí. —No se crean todo lo que sale de mi boca, ya saben como soy.

Entonces, se marcha.

—¡Steiner! ¡No puedes dejar el juego así! —Brando busca detenerlo, pero no lo logra.

Mis ojos no pueden evitar seguir su alta figura mientras se aleja para así perderse entre el gentío que se pasea por cada rincón de la casa. De pronto, una extraña sensación de vacío se asienta en mi pecho, embriagando mi mente y cerrando mi garganta aún más.

«¿Qué mierda le pasa? ¿Por qué actúa de esta forma?», las preguntas se comienzan a aglomerar una tras otra en mi interior; sin embargo, hay una que se hace notar con mucha más fuerza: «¿por qué me importa tanto?»

—Steiner es un hijo de puta.

El quejido que escapa de los labios de Brando es el que me hace alzar la mirada hacia él. La expresión de todos es un verdadero poema en una mezcla entre sorpresa y vacilación.

—Como sea, Darek no va a hacer que la noche se acabe —expresa Alison y deja las cartas a un lado. No tarda en dirigir su mirada hacia Adán. —Vamos a bailar.

En los labios de él se forma una sonrisa seductora y le basta escuchar la petición de Alison para dejar las cartas sobre la mesa y acompañarla. Con sus manos entrelazadas, siguen el camino que tomo Darek hasta desaparecer de mi campo visual, pero en cuanto pongo mi mirada al frente siento una mano enredarse en mi antebrazo.

—Nosotras vamos a buscar al imbécil de Éber —anuncia Abril antes de arrastrarme fuera de la cocina.

Nos llevamos unos cuantos empujones, insultos entre murmullos y una que otra mirada asesina, pero logramos atravesar la cocina y volver a la sala principal de la enorme vivienda. No me da tiempo ni de tender la mirada al frente cuando ya tengo a Abril encima de mí, sus manos atrapan mis hombros y me hace mirarla directo a los ojos.

—¿Qué mierda acaba de pasar en ese juego, Mer?

Me encantaría darle una respuesta a eso, pero yo tampoco tengo idea de lo que acaba de pasar. Mis emociones siguen batiéndose en duelo dentro de mi pecho, la duda y el desconcierto bailando entre mis venas y un intenso remolino en mi mente amenaza con arrastrarme con él. Así que no, no tengo una respuesta certera para su pregunta.

Paso saliva con la intención de humedecer mi garganta, consiguiendo solo que duela.

—No lo sé —respondo al fin.

No acercarse a DarekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora