Desde siempre he escuchado que nunca se llega a conocer del todo a las personas. Quizás y sea cierto. Y es que, abrirse a los demás es un acto de valentía, un salto al vacío sin garantías de aterrizaje en suelo firme.
A veces, cuando me he detenido a reflexionar sobre esto, es inevitable que una inquietud poco saludable me invada, aunque hoy, yendo camino a mi casa, no solo siento inquietud, sino que una especie de pánico me tiene acorralada en mis propios pensamientos.
«Conóceme y si luego de eso decides quedarte conmigo, seré tuyo para siempre»
Esa frase que me dijo Darek, y a la que luego le siguió el aviso de la enfermera de que debía desalojar la habitación debido a la hora tope de visitas, se reproduce en mi cabeza una tras otra vez, casi como si cada sílaba se me hubiera grabado en la memoria.
No me dio tiempo de responder nada, aunque ni teniendo todo el tiempo del mundo podría haber respondido a tan gran confesión.
Darek ha conseguido que me muestre a él tal y como soy, claro que todavía tiene mucho que conocer de mí. Aun así, no puedo evitar pensar que a él le ha sido fácil ocultar partes importantes de sí mismo. Tampoco es que lo esté culpando por eso, al fin y al cabo es una defensa natural no dejar al descubierto cada rincón de nuestras almas, sobre todo cuando hemos sido heridos antes. Y sospecho que Darek fue herido de muchas formas.
«¿Qué cosas podrá ocultar?», pienso, ansiosa. «¿De verdad dejará que lo conozca?»
Es irónico que entre más me he acercado a él, más consciente he sido de las tantas sombras y vacíos que lleva acuesta. Sin embargo, esa idea de dejarme conocer y conocerlo en su totalidad, viene acompañada de un deseo tan fuerte como el temor a lo desconocido.
Sin darme cuenta me remuevo en el asiento del coche y por primera vez desde que me subí, dirijo la mirada al espejo retrovisor en el que veo parte del rostro de Cedric.
—Señor Cedric —lo llamo.
Mi voz parece tomarlo por sorpresa, puesto que endereza la postura y ajusta el espejo retrovisor para verme mejor.
—¿Sí, señorita?
Me topo con su mirada a través del espejo y por un segundo me replanteo si debería expresar lo que estoy pensando. Al cabo de un instante carraspeo y hago la pregunta:
—¿Usted conoce a Darek? —Apenas la voz se me apaga, entiendo que no he formulado bien lo que quiero manifestar. Sacudo la cabeza y vuelvo a hablar: —Digo... ¿Darek ha dejado que lo conozca más allá de compartir viajes... ya sabe, como persona?
Me fijo en que arruga el ceño, dando la impresión de estar sopesando la respuesta que me dará.
—No del todo. Llevo muchos años trabajando para su familia, específicamente siendo su chofer, pero el joven es muy reservado con todo lo que respecta su vida y pasado.
Asiento, procesando lo que me dice. Sus palabras tienen mucha relación con la realidad, debido a que no es secreto para nadie que desde que es muy pequeño Darek se ha mantenido alejado de la mayoría de las personas. Incluso cuando éramos niños e intentaba acercarme a él siempre me miraba mal y se marchaba sin decir ni una sola palabra. Eso siempre me resultó demasiado cortante viniendo de un niño, pero así fuimos creciendo hasta que decidí no acercarme más a él.
Por eso no puedo dejar de preguntarme si el haberme equivocado ese día en ese autobús podría haber sido lo mejor que me haya pasado, gracias a eso he podido conocerlo, no tanto como me gustaría, pero lo he conocido. Y es a raíz de eso que me surge la inquietud de cuestionarme si él se hubiera acercado a mí si eso no hubiese pasado. Estoy segura de que no.
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No acercarse a Darek
Teen FictionMeredith desde que tiene uso de razón, conoce la existencia de Darek Steiner, aunque ha estipulado una regla bien marcada en su vida: NO ACERCARSE A DAREK. Darek, por su parte, no tiene idea de quién es Meredith, pero..., ¿qué ocurriría si por un j...