La amo a ella

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Narrado por Darek Steiner:

Un día atrás...

El chasquido de la madera bajo mis botas marca la velocidad de mi andar. La escasa luz de la luna que se cuela por las ventanas de la casa recorta la sombra de mi silueta en las paredes que me rodean mientras cada uno de mis pensamientos divagan hacía media hora atrás. La imagen de Meredith riendo, con la mirada iluminada al llevarse una cucharada de helado a los labios, se proyecta repetidamente en mi mente y me hace esbozar una sonrisa.

Nunca imaginé que pudiera disfrutar de comer helado, pero ahora siento una luz cálida inundando los escombros de mi alma, ahuyentando las sombras que normalmente habitan allí. La compañía de Meredith me hace sentir vivo de una manera que no creí conocer nunca.

Una vez estoy frente a la puerta que conduce al lugar que Damien y yo hemos convertido en nuestro secreto, me detengo un segundo. Antes de sujetar el pomo y girarlo, me digo que actúe como Meredith le gustaría, aunque para ser sincero no creo lograrlo; ella jamás entendería que mataría para cuidarla.

Cruzo el umbral, luego bajo las escaleras. En los últimos dos escalones escucho gritos sofocados y apenas pongo un pie en el piso del sótano choco con los asustados ojos de Alison. Drake y Dantes, quienes la acompañan, también me voltean a ver, Drake sonríe y Dantes se cruza de brazos.

—No quiere decir nada —comunica Dante, soltando un suspiro.

Alison hace el intento de soltarse de las ataduras de sus muñecas a la vez que arroja gritos desesperados. Meto las manos en el bolsillo del suéter y extraigo un par de guantes de cuero. Sin perder de vista a Alison me los coloco y al ya tener la pretina apretada a las muñecas empiezo a caminar la silla en la que está inmovilizada.

—Creo que tú y yo sabemos por qué estás aquí —digo rodeando la silla frente a ella y sentándome con el cuerpo inclinado a su altura.

Niega varias veces con los ojos ya preñados en lágrimas. Escupe unas cuantas palabras que no entiendo, así que le hago una seña con la mano a Drake para que se acerque a ella y le zafe la mordaza. Eso es lo que hace.

—Yo no... no he hecho nada —grita tan pronto Drake retrocede un paso.

La incrusto con la mirada.

—No tengo tiempo para perderlo contigo —sentencio, abriendo la mano, el claro gesto que necesita leer Drake para sacar del bolsillo de su pantalón una de sus navajas favoritas. En cuanto Alison observa que la deja en mi palma abre los ojos de par en par.

—No sé por qué estoy aquí —asegura y en el proceso la voz se le quiebra —por favor... déjame ir.

Sonrío de lado, tal mueca acaba en una línea recta. Enseguida le acerco la hoja de la navaja a la cara y las lágrimas le comienzan a resbalar.

—¿Tú grabaste el vídeo? Quiero la verdad porque si no terminarás con tu bonita cara mutilada.

Tiembla de pie a cabeza.

—Yo... —Cierra los ojos como mecanismo de defensa. Todos sus músculos se tensan al apartarse lo más que puede de la navaja —lo grabé... sí lo grabé...

Para controlarme, muevo el cuello en circulos, después presiono el borde de la hoja en su cara y ella chilla como un animal acorralado, de esos que saben que están a un paso de morir.

—¿Por qué lo grabaste?

Suelta hipidos vacilantes.

—No lo hice por nada malo...

No acercarse a DarekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora