Capítulo 20

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Darek e Isaac no han entrado al salón.

La clase aún no da inicio, tal parece que el profesor se ha retrasado unos minutos, aunque eso no es lo que realmente está dando vueltas en mi cabeza, lo que sí lo hace es el hecho de que ni Isaac ni Darek han cruzado la puerta del aula.

Giro el lápiz que sostengo entre mis dedos, de este modo busco aquietar el movimiento que hace mi pierna de arriba hacia abajo al mismo tiempo que mis dientes atrapan la piel muerta de mis labios y tira de ella hasta que me arde.

—Hola —me habla una voz familiar.

Por un rato he estado tan metido en la abertura de la puerta que no me he percatado de que alguien se ha parado justo al lado de mi silla. Sin embargo, esa voz es una que llevo tan grabada en mi cerebro que de un ágil movimiento levanto la vista hasta el chico que ha sido dueño de mis fantasías en los últimos dos años.

Adán está de pie justo a mi lado con su mirada puesta en mi rostro. Su cabello rubio casi como la miel va muy bien peinado mientras sus preciosos ojos azules parecen dos lagos cristalinos. Sus labios ligeramente enrojecidos dan la impresión de que acaba de morderlos. Lleva una chaqueta tipo universitaria con una camisa blanca debajo, que resalta su piel pálida y su figura atlética.

Me asalta un repentino cosquilleo en el estómago y una oleada de emoción pura rompe dentro de mí al caer en cuenta que me está saludando. Adán me está saludando a mí.

Tratando de mantener la compostura, dejo de mover el lápiz y respondo titubeante:

—Hola.

Mi corazón late con violencia contra mi pobre pecho y es probable que mi emoción se vea reflejada en mi semblante, ya que, una amplia sonrisa se estira en los labios de él.

—No te vi más en la fiesta de Damien —comenta y se agarra de la tira de su bolso —. Luego del juego te perdiste.

Aunque por dentro sigo dando saltos de alegría, hago mi mejor esfuerzo por sostenerle la mirada y mi cerebro empieza a reproducir las imágenes de esa noche. La verdad es que no vi a Adán en la pista de baile, aún y cuando Alison dijo que irían a bailar. Supongo que fue él el que se perdió para estar a solas con Alison.

—Tampoco te vi más —respondo tras un momento. Dudo por unos instantes al buscar una excusa —, igual me fui temprano —miento.

No pienso decirle que tomé de más y terminé en la habitación de un chico que nunca había tratado en mi vida. Y menos explicarle los pormenores de cómo acabé en ese cuarto.

Él acepta mi respuesta con un asentimiento.

—También me fui temprano, no me sentía tan bien.

«¿Por qué no se sentía bien?», me pregunto para mis adentros y debo apretar mis labios para evitar que esa pregunta salga disparada de mi boca.

—¡Adán!

Lo llaman desde atrás y él guía su atención a la persona que le habla. Extiende los dedos en un gesto de espera y vuelve a mirarme. El aire me falta cuando me regala una sonrisa.

—Luego hablamos... Mer.

Tarda en recordar como le he pedido que me llame, pero lo hace y eso es todo lo que siempre deseé. Estoy segura de que si no lo tuviera tan cerca de mí, me taparía la boca con ambas manos y saltaría de felicidad sin importarme de que todo el salón me mirara como una loca desquiciada. Ignorando lo que me pide hacer mi corazón, me limito a observar como avanza con dirección a la parte de atrás del aula y tan pronto advierto que ya está bastante lejos de mí, permito que el aire que estoy reprimiendo salga por mi nariz en una ruidosa exhalación.

No acercarse a DarekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora