Siento como los ojos de todos se posan en mí, llenos de sorpresa, envidia o curiosidad. Y es que no es para menos, ya que, el chico que jamás quiere hacer pareja con nadie de repente me escoge como su pareja de estudio.
—Perfecto. Entonces, Darek trabajará con Meredith.
Lo que dice el profesor llega a mi oído, sin embargo, estoy tan consternada que su voz se oye lejana, distante y fuera de mi atención. La garganta me ha quedado seca, mis ojos siguen clavados en el chico que me dirige una sonrisa torcida y el corazón está por salir disparado de mi boca.
—Yo... no —digo antes de ladear la cabeza y mirar al profesor.
El hombre sigue preguntándole a los estudiantes quienes serán sus parejas de estudio, No obstante, en cuanto mis palabras alcanzan su oído, posa sus ojos grises en mi rostro.
—¿Sí, Meredith?
Trago grueso y siento como me arde la garganta por lo deshumedecida que se encuentra. Hincho el pecho y suelto justo lo que pasa por mi cabeza:
—Yo no quiero trabajar con Darek.
A mis espaldas puedo sentir el peso de su mirada, los intensos ojos, color ámbar del chico al final de la clase me traspasan como lo haría una bala en la piel.
Uriel Steiner no tarda en arrugar su ceño.
—¿Por qué no quiere trabajar con él?
Mi mente queda en un blanco tan opaco que para buscar alguna respuesta a su pregunta volteo a ver a Abril que está a unas cuantas mesas de mí, verla a ella es lo que me hace darle una respuesta al hombre que espera por una explicación.
—Ya había escogido una pareja. Quiero trabajar con Abril Lehmann —mi voz sale nítida, segura y confiada, pero el temblor de mis manos me delata de una forma tan evidente que el profesor baja su vista hasta ellas.
—¿Tiene algún problema con el estudiante Darek Steiner? —se interesa él.
Niego de inmediato.
—No, la verdad es que no, pero... —Me encojo de hombros —quiero trabajar con Abril.
El hombre con libreta y bolígrafo en mano parece reflexionar mi petición. Pero cuando estoy segura de que aceptará mi propuesta, la seriedad que le impregna a su semblante provoca que toda esa seguridad se esfume.
—Si usted y el estudiante Darek tienen alguna diferencia, la solucionarán trabajando juntos —dice con contundencia y agrega: —y no pienso discutir más sobre el tema.
A la mierda. A la puta mierda todo.
Mi respuesta no es otra que hundir los hombros por la derrota y forzar una sonrisa. El hombre encargado de la clase continúa apuntando los nombres de las parejas de trabajo. La presión que siento en la nuca me hace entender que él me sigue observando, que Darek mantiene sus ojos enterrados en mí, ser consciente de ello me lanza a voltear y es cuando lo hago que me topo con su afilada mirada. Sostengo mi interés en él, incluso al estar al borde de un colapso mental. Entonces, sus labios se alzan a un lado en una sonrisa sádica.
«¿Qué carajo le sucede?» «¿Por qué rayos sigue confundiéndome con su comportamiento?»
El nudo que se va formando en mi garganta ante su extraña reacción provoca que me falte el aire. Quiero apartar mi mirada de él, pero hay algo que me insta a seguir observándolo, como si estuviera bajo el efecto de un hechizo. Es el sonido del timbre que da por terminada la clase es el que hace que nuestro contacto visual termine. Él se levanta, recoge su bolso, para luego dirigirse a la puerta y sale del salón sin pasar ni una sola palabra con nadie a su alrededor. Yo me quedo sentada en el sitio, sin moverme.
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No acercarse a Darek
Teen FictionMeredith desde que tiene uso de razón, conoce la existencia de Darek Steiner, aunque ha estipulado una regla bien marcada en su vida: NO ACERCARSE A DAREK. Darek, por su parte, no tiene idea de quién es Meredith, pero..., ¿qué ocurriría si por un j...