Capítulo 24

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Me quedo absorta en las palabras que han salido disparadas de la boca de Darek, y aunque separo los labios con la intención de replicar, no se me ocurre nada digno de ser dicho ante tal verdad.

Romeo y Julieta, murieron habiendo experimentado un profundo amor. Yo, en cambio, vivo sin que nadie me amé de verdad y eso es una manera lenta de morir.

De repente, el autobús da un brusco frenazo y mis sentidos regresan al ahora. Hemos llegado a la preparatoria.

Observo cómo Darek endereza su figura, su cara vuelve a la seriedad de siempre y sus ojos se clavan en las puertas del bus, por las que ya salen un par de estudiantes. Pero justo cuando pienso que se alzará y se marchará sin decir una sola palabra, se vuelve hacia mí una vez más. Intercambiamos una mirada, que siento como un destello de algo que no consigo descubrir.

—Suerte en tu cita —dice, antes de levantarse y encaminarse a la puerta.

Un nudo se aprieta en mi estómago. Lo único que logro hacer es mirar como se va alejando hasta que se disipa de mi vista. Tras unos cinco segundos, entiendo que yo también debo abandonar la unidad, así que, me levanto, me guindo el bolso en el hombro y cruzo la puerta por la que ya nadie baja.

La incertidumbre me nubla la mente al dirigirme al banco donde pienso esperar a mis amigos, y es que, estaba segura de que Darek gusta de Alison, mas ha sido él mismo el que me ha dejado claro que no es así. ¿Entonces por qué quiere salir con ella? ¿Acaso hay algo más detrás de todo esto?

Doy un respingo cuando Éber aparece frente a mí y chaquea sus dedos muy cerca de mi cara.

—¡Despierta, Mer!

Me llevo una mano al pecho a la vez que le lanzo una mirada de indignación visible.

—Casi me matas de un susto, imbécil.

Él ríe y Abril que se frena a su lado, me da un beso en la mejilla.

—Adivina lo que pasó —dice tras erguir su espalda.

Sus bonitos ojos, color avellana, en los que parece hormiguear ciento de constelaciones, me contemplan expectantes.

—¿Qué?

—Damien. —Une sus manos —. Damien me ha empezado a seguir en Insta.

La emoción se revela en cada línea de su rostro.

—Podemos hablar de eso mientras entramos —propone Éber.

Me pongo de pie con un solo movimiento y agarro a Abril por los codos.

—¿Damien Steiner?

Obvio que es él, es el único Damien que conocemos, pese a saber esto mi cerebro necesita confirmarlo al cien por ciento.

Los dedos de mi amiga se aprisionan contra la tela de mi camisa, advierto a notar la sonrisa que reprime antes de que llegue a sus labios.

—Sí. —Tan pronto responde, sus ojos se agrandan. —Y me respondió una historia con un corazón.

A ella le emociona tanto que aunque hace un esfuerzo heroico por no demostrarlo, se termina notando a leguas.

—¿De qué era la historia?

—De un gatito.

—Entonces, le gustan los gatitos.

Éber por poco pone los ojos en blanco.

—Este año ha traído tantas sorpresas que creo que será el último de nuestras vidas. Igual estoy casi seguro de que todo esto tiene que ver con las cartas —acierta a expresar él y se ajusta la tira del bolso en el hombro. — Vamos a entrar, no podemos perder el tiempo hablando de esto.

No acercarse a DarekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora