Sabía muy bien que Darek está mal de la cabeza, pero nunca imaginé que tanto.
Hoy apenas abrí los ojos, me encontré con un par de mensajes de él, la sorpresa me la llevé cuando pinché su chat y descubrí que uno de los mensajes se trataba de un archivo PDF. Quise darle el beneficio de la duda, imaginando que sería, no lo sé, información adicional del trabajo de filosofía, no obstante estaba muy lejos de la realidad. El PDF en cuestión recopila información detallada de Adán, y yo aún no lo puedo creer.
Sentada en la orilla de mi cama, miro la pantalla de mi teléfono con los ojos bien abiertos, mientras el archivo que me ha enviado Darek ocupa todo el espacio de la pantalla.
Debo admitir que la estructura de este documento tiene muchísimas cosas que no se pueden ignorar. Cada detalle de la vida de Adán tiene su propio color, creando un arcoíris digital frente a mí. Desde su nombre completo hasta sus pasatiempos, todo está meticulosamente organizado y resaltados en diferentes tonos vibrantes. Rosa para sus gustos musicales, verde para la relación que lleva con sus padres, amarillo para los lugares que suele frecuentar, azul para sus series y películas favoritas y así todo el documento que cuenta con 12 páginas.
A medida que avanzo página tras página, el ritmo cardíaco de mi pobre corazón se va agitando.
—Dios mío —exclamo antes de llevarme una mano a la boca y sacudir la cabeza. Bajo el móvil, dejándolo a un lado. —Darek es un puto desquiciado.
Lo peor de todo esto es que para él esto es completamente normal, ya que debajo de este documento se leía un mensaje que decía lo siguiente:
No fue difícil conseguir su información. Sus redes sociales son su carta de presentación.
El gris de Darek.
Y luego remató con otro mensaje:
Usa esa información a tu favor, haz que lloré lágrimas de sangre.
El gris de Darek.
«No, no solo es un desquiciado, es un psicópata»
Suspiro al corroborar que lo mejor que debía haber hecho fue mantenerme alejada de Darek, aunque hay una mala noticia para eso: ¡Me acerqué demasiado a él!
Me froto los ojos con el dorso de mis manos y me digo a mí misma que no puedo perder el poco tiempo que me queda en Darek y sus desquiciadas acciones. El autobús está a unos quince minutos de llegar a mi parada, así que debo apresurarme.
De un salto salgo de la cama. Ya para este punto estoy vestida con las primeras prendas que encontré en mi armario, compuesta por unos jeans desaliñados, una blusa cruzada de mangas largas y en mis pies unas Converse rojas que no combina en lo absoluto con el verde de la camisa. Mi prioridad fue vestirme, sin importarme nada más.
Salgo corriendo al espejo del baño de mi habitación y este me devuelve la imagen de una chica con el cabello hecho un desastre por haber tenido una noche de insomnio. Sin pensarlo mucho, recojo mi melena en una coleta desgarbada y suelta. Al tirar de los mechones rebeldes hacia atrás, noto que mi reflejo me riñe por haber despertado tan tarde y, de paso, haber perdido tiempo con los mensajes del Gris.
No tengo tiempo para preocuparme por nada más, mi objetivo es no perder el bus.
A paso acelerado, vuelvo a mi habitación, me guardo el teléfono en el bolsillo trasero de mi pantalón, agarro la mochila que descansa en una de las sillas y sin detenerme ni un solo segundo, atravieso el umbral de la puerta de mi pieza, avanzando por el pasillo. Por un fugaz instante me planteo la posibilidad de preparar un desayuno rápido, pero esa idea se disipa al recordar que voy tardísimo.
En un abrir y cerrar de ojos llego a la sala principal de la casa, advirtiendo que papá se halla sentado en el mueble frente a la televisión, al parecer está escuchando los resultados de un partido de béisbol.
—Buenos días —saludo, aunque no me detengo. —Ya me voy.
Él no hace ni el intento de devolverme el saludo. No le presto demasiada atención y salgo de la casa. El sol que ya va acaparando el cielo me da la bienvenida, sintiendo su calor en mi rostro. Me doy un segundo para respirar y el proceso saco el celular del bolsillo y chequeo la hora, ya solo me queda 5 minutos para llegar a la parada.
Es sorprendente, pero siempre que uno está llegando tarde el reloj parece avanzar mucho más rápido.
Mi andar se aceleran por el camino que conduce a la parada, intensificando el pulso en mi pecho y el ritmo de mis pasos golpeando el suelo. Parece que inyecciones de adrenalina han sido aplicadas en mis venas, impulsándome hacia adelante como alma que lleva el diablo.
Finalmente, pongo un pie en la parada y una sensación de alivio le devuelve la claridad a mi cerebro. Llegué justo a tiempo, porque la silueta amarillenta del autobús se acerca para luego estacionar. Tras esperar que se suban los primeros de la fila, puedo treparme al vehículo y me dirijo al asiento que me corresponde.
Una vez estoy sentada, mi respiración se va normalizando y es aquí cuando recuerdo que Darek está a unas cuantas paradas de acomodarse a mi lado. Ayer casi no pude dormir pensando en muchas cosas: las cartas, la desaparición de Rachel, la cita de la que habló Darek y todo el asunto de él y Alison me carcomió la mente hasta las 3 de la madrugada que fue que logré quedarme dormida.
Tengo muchas preguntas que hacerle, sin embargo, mi raciocinio me implora que dejé esas preguntas sin respuestas y haga lo posible por alejarme de él.
Estoy tan sumergida en mis propios pensamientos que no me percato de que ya Darek se ubica a mi par, solo me doy cuenta de ello cuando un movimiento que hace el autobús provoca que ladee un poco la cabeza y me topo con su alta figura a mi lado. Por un momento me quedo quieta, al tiempo que nuestros ojos se cruzan, y antes de que pueda reaccionar, él aparta la mirada sin saludarme.
«Aparte de loco, bipolar»
O sea, no me importa que me salude ni nada, pero creí que ayer habíamos mejorado nuestra convivencia. Una vez más, me equivoqué.
Luego de un rato en los que mis ojos se pierden en el paisaje monótono que se despliega a través de la ventana, reúno el valor suficiente para hablar:
—Te gusta Alison, ¿cierto? —pregunto y me vuelvo hacia él.
Gira su cabeza y sus ojos se posan de nuevo en los míos.
—¿Qué?
—Por eso quieres que salga con... Adán —bajo la voz al decir esto último. Tampoco quiero que todo el bus se entere de mis problemas sentimentales —. Es porque a ti te gusta Alison, por eso aceptaste ayudarme...
—No me gusta Alison.
Mi corazón se salta un latido y antes de poder agregar algo más me encuentro aturdida por su contundente respuesta. Con la mirada barro su rostro, las heridas siguen allí, sus ojos permanecen fijos en mí y el cabello grisáceo sirve de apropiado marco a su cara, que pese a estar golpeada, continúa despertando un extraño encanto.
—Entonces..., el PDF...
Una sonrisa se planta en sus labios, dejándome sin aire.
—Considera ese PDF como un regalo, uno muy barato, justo como es el chico que te gusta.
—¿Un regalo? Eso no es un regalo, eso es enfermizo —mi voz tiembla un tanto.
A él no le importa en lo más mínimo lo que digo, puesto que hace una mueca que en la que se lee: «esta chica está tan perdida»
—El amor mismo es enfermizo —habla al fin. —¿Recuerdas a Romeo y Julieta? Ellos eligieron morir antes de vivir separados.
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No acercarse a Darek
Teen FictionMeredith desde que tiene uso de razón, conoce la existencia de Darek Steiner, aunque ha estipulado una regla bien marcada en su vida: NO ACERCARSE A DAREK. Darek, por su parte, no tiene idea de quién es Meredith, pero..., ¿qué ocurriría si por un j...