Capítulo 06.

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6

POR UNA ARAÑA



—¡MACK!

El grito de mi hermana me despierta escandalosamente. De la impresión, me enredo con las sábanas y caigo al suelo, pero de alguna forma logro reincorporarme y bajar las escaleras rápidamente.

—¡¿Qué?! ¡¿Qué pasa?! —exclamo al llegar al primer piso.

—¡Una araña! ¡Una araña! —grita encaramada sobre una silla mientras apunta hacia algún punto en el suelo.

—¡Meghan, maldita sea! —resoplo mientras me paso las manos por la cara—. ¡Casi me da un infarto! Sabes que estamos de los nervios por lo de ayer y... ¡tú vienes y gritas de esa forma!

—¡Era gigante, Mack! ¿Qué se supone que debía hacer? ¡Sabes que las detesto! —replica, histérica.

—Dios, agradece que no baje con el bate o la araña no hubiera sido lo único que aplastaré —mascullo—. ¿Dónde la viste?

—Estaba en la despensa de abajo y la vi moverse hacia esa muralla —señala con el dedo—. Y luego dobló y la perdí de vista.

—¿Te das cuenta de que es posible que no la encuentre? Se metió en la sala.

—No pienso moverme de aquí hasta que la mates —advierte con vehemencia.

Suspiro profundamente.

—Me vas a sacar canas.

—Tienes el pelo blanco, no se te van a notar.

Volteo a verla con mala cara y ella me saca la lengua.

Voy hacia la sala y muevo los sillones, levanto la alfombra, sacudo los abrigos en el perchero y reviso las botas para la lluvia que están en la entrada. La condenada araña no está ningún lado. Estoy a punto de darme por vencida cuando la veo subir por una de las paredes, agarro una de mis pantuflas y la aplasto de un solo golpe.

—Mira, allí está tu araña —Le digo a Meghan, mostrándole la pantufla con el bicho hecho papilla—. ¿Contenta?

Ella hace una mueca de asco y se baja de la silla.

—Gracias.

—No es nada, sólo evita asustarme así. —Se me sale un bostezo—. ¿Qué hora es, a todo esto?

—Las seis.

—¿Las seis? —repito, sin creerme lo que oigo—. ¿Qué haces despierta tan temprano? Tengo que arrastrarte fuera de la cama para que no se nos haga tarde para la escuela.

—Iré a trotar —responde con desdén.

Miro a mi hermana como si le hubiese salido una segunda cabeza. Ya es sorprendente el hecho de que se levantara a las seis cuando habitualmente nos despertamos a las siete para empezar a arreglarnos, pero... ¿qué lo hiciera para ir a trotar? Bueno, está usando ropa deportiva.

—¿Qué? —espeta al notar mi cara.

—¿Quién eres tú y qué hiciste con mi hermana? —balbuceo—. ¿Te sientes bien? ¿Tienes fiebre o algo? —digo poniéndole una mano sobre la frente.

Me pega un manotazo.

—Déjame en paz —masculla—. ¿Qué tiene que quiera ir a trotar un poco?

—Meghan, siempre te andas saltando las clases de gimnasia. Detestas sudar.

I. The Calling ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora