Capítulo 08.

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8

LA CULPA


No veo las mesas de billar hasta que Jera las apunta. En un lado de la gran sala, hay cuatro y sólo una de ellas está desocupada. Le vuelvo a echar una mirada al chico a mi lado. ¿Está tratando de evitar el tema o sólo le gusta jugar con mi curiosidad? Sea cuál sea el motivo, ha escogido a la chica equivocada para retar al billar.

—Vale —accedo—. No te arrepientas después.

Enarca una tupida ceja y sonríe. Se sirve un poco más de cerveza y saca otra soda para mí antes de dirigirnos hacia la mesa vacía, me quito la chaqueta y la dejo sobre la esquina de ésta misma. Escojo el taco que voy a usar y me volteo hacia él; está bastante entretenido mirándome.

—Así que sabes jugar billar, Caperucita. —Se pone a ordenar las bolas—. Adelante, puedes romper primero.

—Qué caballero —agrego con sarcasmo.

Me posiciono delante de a bola blanca, acomodo el taco entre mis dedos y empujo el otro extremo de éste. Un toque lo suficientemente fuerte como para que la bola blanca disperse al resto por todos lados, aunque ninguna entra de inmediato.

—Buen golpe —reconoce—. ¿Qué estilo prefieres?

—Bola 8 o americano. —Me encojo de hombros—. Me da igual. Es tu turno, así que escoge tú.

—Bola 8 será. —Jera se pone en posición—. ¿Te importa si tomo las lisas?

—Adelante.

—Entonces, quieres saber sobre mí... —alarga aún en esa posición—. Te propongo algo. —Me sonríe de costado antes de pegarle a la bola blanca. La bola 3 rueda directamente hacia una de las troneras de la esquina y entra con facilidad—. Por cada bola que logres meter, te responderé una pregunta.

—¿Estás confiado en que no lograré meter ninguna o simplemente no quieres nada a cambio? Porque eso sería demasiado sospecho proviniendo de ti.

Se pone una mano en el pecho.

—Ay, me lastimas, Caperucita —exclama—. ¿Eso significa que puedo preguntar más sobre ti?

Sacudo la mano con desinterés.

—Cómo quieras.

—¿Sabes? Nadie ha sido capaz de vencerme hasta la fecha —acota.

—Sólo le has dado a una. No fanfarronees tan pronto, esto recién comienza —bufo. Pongo una mano sobre mi cadera mientras que con la otra sujeto el taco—. Dispara.

—¿Desde hace cuánto te interesa el arte?

Se mueve por la mesa en busca de alguna otra bola en una posición favorecedora.

—Desde que puedo recordar. Mi madre me inscribió en una escuela de verano de arte cuando tenía diez años y fue allí que empecé a perfeccionarme —respondo.

Le da a la bola blanca teniendo en mira la bola 1, es un golpe suave, puesto que está cerca de la tronera y... entra.

—Puedo cederte un turno, no será divertido si gano antes de que puedas intentarlo siquiera y termines contándome toda tu vida.

Apoyo el taco en el suelo y me recargo contra él.

—La soberbia no es atractiva, Sherpa. —Me burlo—. Pregunta.

Jera se ríe.

—Vi el dibujo de un lobo ese día en clases... —comienza—. ¿Por qué te gustan?

I. The Calling ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora