Capítulo 16.

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EL LOBO QUE NO PUDO SALVAR A QUIÉN AMABA



—¿Fenrir? —repito—. ¿El lobo de la mitología nórdica? ¿El que se supone que traerá el fin del mundo, devorándose a los dioses?

—Así es —responde Jera.

—Después de que la abuela le diera aquel poder a su nieta, ella y Fenrir se volvieron aún más inseparables. Todas las primaveras y veranos los pasaban juntos, los años avanzaban y ella dejó de ser una chiquilla para convertirse en una gran mujer con el alma más pura que pudieras imaginar. Gracias a su compañía y cariño, Fenrir volvió a sentirse con vida y creía que mientras siguiera con ella, sus pecados podrían, de alguna forma, ser absueltos. Se sentía puro con sólo estar a su lado —continua contando Astrid—. No es difícil imaginar que se enamoró de ella. Después de todo, él era un hombre atrapado en la piel de un animal. Ella también lo amó y deseó poder estar junto a él, pero en su forma de lobo no era posible. —As suspira—. La abuela trabajó duro en encontrar la manera de romper la maldición, sin embargo, era imposible y si seguía intentándolo su vida corría riesgo, ya que es un tipo de Seid demasiado peligroso. —La rubia se levanta y camina hacia una de las estanterías que hay contra la muralla y saca un libro de ella—. Fenrir no quería darse por vencido, así que, con la ayuda de la anciana, logró recuperar un poco más sus memorias y recordar de donde provenía para poder regresar y pedir que rompieran la maldición.

Astrid regresa a mi lado y se sienta con el libro en el regazo.

—Si este es el lobo que hablan en la mitología nórdica... ¿los dioses son reales? ¿Todos esos mitos y leyendas? ¿O al menos una versión de ellos? —cuestiono.

Mi abuelo fue un gran historiador. Y cuando viví con mi abuela, de pequeña, me ponía a leer todo lo que encontraba en esa casa, entre eso habían muchos libros sobre diferentes mitologías. La nórdica siempre ha sido una de mis favoritas.

—No hay dioses —responde Jera—. Todas esas historias y mitos se crearon en base a lo que la gente normal veía hacer a los Practicantes del Seid.

Esto es demasiado confuso. Pero intento tener mi mente abierta, no saco nada con encerrarme en la idea previa que tengo sobre las historias y mitos, ya que, al parecer, todo es real o, al menos, parte de ello.

Emito un largo suspiro y el olor a comida china empieza a inundar la estancia, haciendo rugir a mi estómago. Jera se levanta y va hacia la cocina.

—¿Y? Entonces, ¿qué pasó? —pregunto, ansiosa por entender el desenlace de la historia.

Jera regresa y nos pasa un bol de comida tanto a mí como a Astrid. De alguna forma, parece que el chico tenía previsto que ella iba a aparecerse por aquí.

—Fenrir regresó a sus tierras —dice el chico, envés de As que se está atiborrando de arroz—. Intentó comunicarse con las personas que tenían el poder en esos momentos, descendientes de aquellos que lo habían maldecido. Sin embargo, a pesar de que habían pasado siglos desde que se le vio por allí, la reputación que tenía, las historias de sus pecados, seguían tan vívidas cómo si hubieran sucedido ese mismo día. Se rehusaron a levantarle la maldición.

—Y fue atacado —prosigue Astrid—. Tanta fue la humillación y la agresividad, que algo se despertó en él. Se descontroló.

—Y para cuando recobró la compostura, ya estaba todo hecho... —alarga Jera—. Los mató. Masacró a casi todo su pueblo, a descendientes directos de su propia familia. Eso también desencadenó que recuperara sus memorias perdidas. Y se dio cuenta de lo que era realmente, lo que ellos le acusaban de ser, al final, era cierto: era un monstruo.

I. The Calling ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora