Capítulo 48.

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LA IGNORANCIA ES LA FELICIDAD



—¿Cómo te sientes, Mack? —pregunta mi hermano después de andar el auto un rato.

Giro la cabeza para verlo sobre mi hombro e intento darle una pequeña sonrisa.

—Un poco mejor —miento.

Jera me mira por el rabillo del ojo. Él no se lo cree. Y la verdad es que ni yo lo haría, me veo por el espejo retrovisor, estoy muy pálida y sudando a pesar del frío que hace, me está costando mantenerme consciente. Tengo la espalda empapada porque la sangre no se detiene y cada vez que la camioneta salta y se tambalea por el camino sinuoso y rocoso siento miles de oleadas de dolor recorrerme por todas partes. Sin embargo, no quiero preocupar más a mi familia. Puedo ver a mi mamá aún tensa y con una mueca de preocupación en el rostro, tiene las manos de mis hermanos agarradas firmemente, como si tratase de asegurarse de que no serían arrancados de su lado.

—Cuando lleguemos a la profundo del bosque para emprender el camino a pie... —dice Jera en voz baja para que sus palabras solo fueran perceptibles para mí—, nos van a estar esperando un par de Aulladores, entre ellos estarán Dante y Leif, ellos llevarán a salvo a tu familia a la comunidad.

—¿Quieres que los deje solos? ¿Estás loco? —espeto—. Están horrorizados. No pienso separarme de ellos.

Veo los nudillos del chico tornarse blancos por apretar el manubrio con fuerza.

—Mack, no estás para nada bien —farfulla—. Tenemos que tratarte lo más rápido posible, tus heridas son graves de lo que piensas. Sé que estás agonizando por el dolor y que te lo aguantas para no preocupar más a tu familia, pero... te cuesta mantenerte despierta, ¿no es así? —señala—. Tengo que cargarte y llevarte a te traten, y tener que guiar a tu familia a través de un bosque de noche, nos retrasará

Mi respiración se vuelve trabajosa. Sé que tiene razón y ahora mismo detesto que me conozca tan bien. Quiero discutirle, debatirle, pero me siento tan débil que presiento que si pongo un esfuerzo de más, terminaré por desmayarme. Mi visión se ha vuelto un poco borrosa, no sé si por la pérdida de sangre o por la fiebre, quizás ambas.

—...de acuerdo —musito.

—Gracias —murmura el chico, aliviado.

En un par de minutos más, Jera detiene el auto. Hemos llegado a la parte en la que debemos tomar el camino a pie y yo me siento desfallecer en cualquier momento. Dante y Leif nos esperan en su forma humana, al parecer no ha pasado mucho desde que han vuelto a ella, ya que Dante se encuentra sin camisa y usando un simple short con todo el cabello desordenado por el viento, al menos el alfa noruego usa un poco más de ropa y tiene el cabello atado en una coleta, lo hacer verse más joven. El alfa italiano se acerca a mi puerta y mi ayuda a bajarme, casi no siento las piernas, así que, prácticamente, me recargo contra él.

—Ay, bambina —farfulla Dante—. Estás muy mal herida.

—Gracias por a ayudarnos —musito.

—No es nada, Mackenzye, pero debemos movernos. No estamos a salvo aquí —contesta Leif.

—Sí, es verdad. Dante, ayúdame, por favor —pido.

Me cuelgo de los hombros del chico y me ayuda a caminar hacia mi familia, que observan todo con cautela y curiosidad. Jera los ayuda a bajar las cosas, aunque no son muchas, cada uno de ellos carga con una mochila y mamá lleva un bolso extra.

I. The Calling ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora