Capítulo 61.

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PERDERSE UNA VIDA



Los días pasan con más velocidad de la que he esperado y una semana se siente como dos días. Incluso así, las cosas no han cambiado demasiado. Los alfas se han marchado ya a Ulfroy para poder asegurar el área con anticipación, si Perthro está allí, es mejor que sondeen bien el sitio antes de nuestra llegada. Astrid parece un león enjaulado esperando que Aidan arme un plan y obtener la ayuda de Leif una vez que estemos en su territorio para empezar la búsqueda y posible rescate de Einar. Tenemos previsto viajar en unos días más.

Con respecto a mi familia, bueno, mis hermanos parecen un poco más tranquilos e intento pasar más tiempo con ellos. Aunque de vez en cuando puedo oír a Meghan llorando en las noches. Y mamá..., ella sigue evitándome. Sólo sale de su cuarto cuando yo no me encuentro en la cabaña o cuando estoy encerrada en mi habitación, prepara la comida para todos y luego vuelve adentro. Me gustaría que no fueran así las cosas, poder estar con ella también los días que me quedan aquí, pero no la voy a presionar. Si ella no quiere verme, si es así como puede luchar contra todo esto, si esto le funciona, entonces, está bien.

En estos días, junto con Astrid y Jera, nos hemos dedicado a revisar los libros y archivos que Ivar nos ha dejado, más la información que Jera ha encontrado para poder hallar El Ojo de la Vala. Astrid es quién más trabajo tiene, ya que debe traducir y, a pesar de que es su lengua materna, sigue siendo un dialecto muy antiguo, así que recurre con frecuencia a diccionarios y libros de la biblioteca para asegurarse de estar traduciendo bien. Después de varios días de estar leyendo y uniendo la información, hemos trazado, más o menos, un plan. El grimorio, efectivamente, se encuentra en Noruega, en una zona aislada tanto de Ulfroy como de Reinke, pero que conecta ambas partes de una forma u otra; también hemos logrado encontrar una forma de poder utilizarlo, bueno, más bien, quién puede utilizarlo, pero As está teniendo problemas con la traducción.

—"Aquel que está maldito, pero que también es el que maldice" —repite, leyendo lo que ha traducido.

—¿Y a qué se refiere eso? —pregunto.

—No lo sé. —As se deja caer contra el respaldo de la silla—. Podría estar halando de los Cambiaformas, ya que ustedes están malditos, de cierto modo.

—"Pero también es el que maldice" —recalca Jera—. ¿Podrá referirse a los Practicantes? —La rubia frunce el ceño—. Piénsalo, no están malditos por el Seid como nosotros, pero sí pueden maldecir.

—Pero eso es imposible —farfulla Astrid—. No puedes ser Cambiaformas y Practicante.

—¿Y si está hablando de Fenrir? —farfullo—. Él está maldito y puede maldecir, ¿o no?

—Fenrir es un monstruo por culpa de eso mismo —replica Astrid—. Además, ¿cómo es posible que la única persona que pueda utilizar ese grimorio es una bestia que está sellada hace más de miles de años? No tiene sentido —farfulla. Se pasa las manos por la cara. Está cansada. Los tres lo estamos, en realidad—. Puede que esté traduciendo algo mal. Volveré a revisar los escritos.

Le pongo una mano sobre el hombro.

—Lo que debes hacer ahora es descansar un poco —señalo—. Has estado aquí toda la semana, intentando descifrar esos archivos. No has dormido ni comido bien.

—No puedo descansar —replica—. No cuando Einar ha estado todo este tiempo con Cassian.

—Tampoco le servirá a Einar que te desmayes del cansancio, As —dice Jera.

I. The Calling ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora