I. The Calling ©

Capítulo 57.

57

LAS CARTAS DE LOS MUERTOS

De pequeña me pregunté en varias ocasiones por qué la muerte reúnele a tantas personas. Recuerdo el funeral de mi abuela vívidamente, y aunque no pude asistir cómodamente al de Roman, lo vi a la distancia. Y siempre se repite la misma escena: cientos de personas rodeando a la familia del fallecido, dando su pésame y despidiéndose, incluso personas que quizás esa persona había visto una sola vez en su vida. Después de esas dos experiencias, he llegado a la conclusión de que es sólo por aquellos que se quedan, no por aquel que se ha ido. Todo esto es un mero acto para los vivos, ya sea como para llorar y vivir el luto o simplemente para crecer una buena y empatiza persona, consolando a otros y llevando flores. O tal vez sólo es el morbo de ver un cadáver dentro de un ataúd.

Eso es lo que creía. Pero mi pensamiento es derrocado cuando veo como sacan el cuerpo sin vida de Ivar de su propia cabaña. Claramente no somos los únicos que se han enterado del deceso del Primero. Moonfall es una comunidad muy unida y más allá de todo, son una manada, y los lobos sienten cuando uno de los suyos fallecen. Tal vez sea por lo mismo que la escena frente a mí no me haga pensar de la misma forma que antes.

El lugar ya estaba lleno de gente para cuando hemos llegado después de que Aidan nos diera la noticia, familias enteras que han dejado de lado todo, los lobos de las comunidades extranjeras también se han apresurado a reunirse; niños, ancianos, madres y padres; todos estaban presentes. Incluso veo a mi familia a un par de metros, apartados de los demás, observando lo que ocurre. Los Primeros también están presentes, hace tiempo ya que no los veía a todos juntos y hasta casi se me ha olvidado la apariencia del padre de Jera, quién me parece más viejo desde esa vez que lo vi, tal vez son las canas que le han teñido unos cuantos cabellos en su negro pelo o el vacío en los grises ojos, como los de Aidan. Y junto a ellos se encuentra el alfa que vigila como sacan el tapado cuerpo de Ivar. Astrid sale de entre la multitud con actitud solemne. Los Primeros se acercan al ovillo de telas, parecen estar susurrando en el oído del fallecido, cada uno lo hizo a su propio tiempo, cuando termina el último, se arrodillan sobre una pierna y agachan la cabeza, como si estuvieran mostrando respeto a un rey. Acto seguido el resto de la comunidad hace lo mismo. Jera, a mi lado, me indica que debo hacer lo mismo, incluso él estando malherido, se las arregla para arrodillarse, así que lo imito. La única persona que se mantiene de pie es Astrid. Ella pone una mano sobre la cabeza cubierta de Ivar y otra sobre el pecho. Por unos instantes, la máscara de solemnidad que ha llevado todo este tiempo se cae y puedo ver lo triste que está por la muerte del Primero, pero se recompone con rapidez y comienza a murmurar en otro idioma. Entonces, siento que el cuerpo me cosquillea, la sangre corre con fuerza por mi torrente sanguíneo, haciendo latir rápidamente a mi corazón y aumentar la frecuencia de mi respiración. Se siente como si el cambio se avecinara, pero nunca sucede. Miro a Jera y él me devuelve la mirada: sus ojos están rojos, brillando como el fuego. Los colores resplandecen más brillantes a mi alrededor, eso me hace saber que los míos también han cambiado.

El sonido de huesos quebrándose y acomodándose se hace presente en el silencioso lugar. Veo a Aidan elevarse sobre sus cuatro poderosas patas, alza la cabeza hacia atrás y deja salir un gran y largo aullido que hace que cada fibra de mi cuerpo tiemble. En mi interior, la loba siente la pena que el alfa transmite. Pasan otros minutos en silencio, las personas que sacaron el cuerpo de Ivar se levantan y lo toman para llevarse entre la multitud. Nadie se levanta hasta que ellos han desaparecido.

Todo eso, toda esa escena, ha sido netamente para Ivar. Sin lágrimas, sin condescendiente con nadie, sin palabras vacías de consuelo o exageradamente amables. No es un funeral, es una muestra de respeto por lo que Ivar fue y lo que representó para todos aquí. Esto no fue para las personas que deja atrás, incluso así fuese una comunidad entera; fue para él.