Capítulo 37.

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APUNTA Y ESQUIVA



He puesto al día a Astrid con la cantidad de acontecimientos que han ocurrido en el poco tiempo que se ausentó. Ella me ha informado que mis hermanos han quedado cómodos y a salvo, de hecho, la razón por la cual pasó la noche allí fue porque puso una "barrera" de protección alrededor de la casa y eso la ha agotado más de lo que pensaba, entonces, tuvo que reponer fuerzas. En medio de nuestra conversación, Meghan me ha mandado un mensaje, es una foto de ella con la vista que tiene la casa de Astrid: un hermoso lago gigante y las montañas en la lejanía. Se le ve contenta y eso me ha dejado más tranquila. También ha dicho que Mason y Einar están bien, que se llevan de maravilla y empieza a pensar que quedará dejada de lado por esos dos. Le he mostrado el mensaje a Astrid y ella no ha podido evitar reírse.

—Mi primo y tu hermano han hablado todo el camino de ida. Creo que realmente se han hecho amigos —dice entusiasmada.

—Gracias, As. Gracias por cuidar de ellos.

Ella hace un ademán con las manos y engancha su brazo al mío. Vamos de camino al comedor de Moonfall por algo de desayunar, ya que ninguna de las dos ha probado bocado en unas buenas horas.

—No es nada. Hay una razón por la cual nací con esta habilidad y aunque sé que el mayor porcentaje de ella es ayudar a los Cambiaformas, también lo es para proteger a la gente que me importa. —Me sonríe—. Tú y tu familia forman parte de esa lista ahora.

Sus palabras me conmueven y agradezco el barullo que hay en el comedor porque me distrae del nudo en la garganta que se me ha formado. Este lugar está atestado de gente, todos los visitantes que han llegado lo llenan hasta el tope y la fila para pedir algo es larguísima. Así que nos hemos armado de paciencia, ya que entre esperar y cocinar algo nosotras mismas, sabemos que tardaríamos más nosotras. Astrid me manda a conseguir una mesa antes de que todas se vean ocupadas y ella se encargará de conseguirnos algo de comer. Agarro una justo a tiempo cuando un par de personas la desocupan.

Mientras espero a mi amiga, me dedico a observar a la muchedumbre. Hay mucha variedad de rasgos y contexturas. Es fácil identificar a los lobos de Sungji, todos comparten esos distintivos y delicados rasgos asiáticos, los de Dante y Leif se mezclan un poco pero se les diferencia en cuanto hablan; hay una gran diferencia de acentos entre el italiano y el noruego. Además, los lobos de Dante parecen bestias, igual que su alfa. Algunos lobos de Leif se mimetizan con los nuestros, sin embargo, la gran altura de la mayoría de ellos los vuelve identificables.

Y de repente, Jera se me cruza en el campo visual. Él también repara en mí, me observa unos segundos antes de marcharse, pero la mera sensación de tener sus ojos encima me ha dejado lo suficientemente nerviosa.

—¡Ya tenemos la comida! —Astrid aparece, sobresaltándome un poco, con dos bandejas en la mano y una enorme sonrisa colgándole del rostro—. Oh, los huevos con tocino de Angie son increíbles. No me sorprende que esté tan lleno —farfulla, pero detiene su entusiasmo cuando percibe mi estado anímico—. ¿Estás bien?

Sacudo la cabeza ligeramente. Después. Después lidiaría con Jera y mis sentimientos. Me debo de concentrar en el asunto de los cazadores y tratar de no meter la pata.

—Sí, no es nada —balbuceo—. Es el asunto de los cazadores que me tiene preocupada.

—Lo sé. Quisiera ayudar, pero tu plan es bueno. Algo arriesgado, sí —repone—. Pero es bueno. Y si sale bien, estarás salvando a mucha gente.

I. The Calling ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora