Capítulo 35.

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PELEA DE ORGULLOS



La mirada de Aidan sobre los alfas es asesina y desafiante. Pero después de un rato parece calmarse, suspira profundamente y la tensión se alivia un poco en el ambiente, aunque eso no detiene a Aidan de observarme con rencor sobre los hombros de los dos chicos frente a mí. Creo que es una sabia decisión no enfrentarse a esos dos; Dante le saca unos cuantos centímetros de alto y de ancho, Leif, a pesar de ser un poco menos corpulento que cualquiera de los dos, no pondría en duda sus habilidades en combate. Sin mencionar, además, el revuelo que traería a la comunidad si tres alfas se enfrascaran en una pelea.

—Ahora que nos hemos calmado. —Dante se aparta de mi campo de visión y se ubica a mi lado, cruzándose de brazos. Sigue teniendo una sonrisa burlesca en el bello rostro, pero la pose de su cuerpo revela una actitud completamente diferente—. ¿Por qué querías saltarle al cuello a la bambina, eh?

—No es asunto de ustedes —bufa Aidan.

—Lamento corregirte, pero lo es —replica Leif, moviéndose hacia un costado de Jera—. Cualquier cosa que incumba la seguridad de la señorita Nightshade es asunto nuestro. A partir de estos momentos, ella está bajo nuestra protección. —Le lanza una mirada cargada de significado—. Y tú bien sabes eso, dado que estabas en la misma reunión cuando se decidió.

Aidan se tensa aún más. Las palabras del alfa noruego nos dejan a Jera y a mí perplejos. ¿De qué diablos está hablando? ¿Por qué debo de estar bajo la protección de ellos? ¿Y en específico ellos? Se supone que es Jera quién está a cargo de eso, de cuidarme junto a mi familia. Aunque ahora que ha ocurrido mi cambio no he necesitado de mayor vigilancia y con mis hermanos lejos, mucho menos.

—¿De qué hablas, Leif? —farfulla Jera.

—Los Primeros lo han decidido y nosotros hemos aceptado gustosos. Es un honor, realmente —contesta Leif.

—Esperen —intervengo y me alejo de los alfas que me flanquean para poder verlos de frente—. ¿Por qué necesito protección? ¿Y de ustedes en específico? —expongo—. Sé que Perthro está detrás de mí, pero... no se ha atrevido a acercarse desde que pasé por el primer cambio. Y se supone que Jera está a cargo de mí, ¿no?

—Sé que eres nueva en nuestro mundo, déjame que te explique un poco de nuestra historia. —Dante me sonríe con ternura, como se le sonríe a un niño pequeño—. Hay tres grandes manadas en el mundo que tienen un linaje excepcionalmente famoso. Los Wolff, los Kang y, tu servidor, los Grimaldi. ¿Sabes de dónde viene nuestra fama? —interroga, enderezando la espalda—. Porque nunca, en los casi dos mil años que nuestra raza ha vivido, alguien ha osado a revelarse y porque siempre cumplimos con nuestro deber —explica.

El semblante de Dante cambia y, por unos instantes, soy capaz de ver al lobo bajo la piel; el aura de alfa que desprende de él. Su característico humor juguetón fue reemplazado por uno serio e, incluso, hasta intimidante.

Así que, históricamente, hay comunidades con más poder que otras.

—En simples palabras —interviene Leif—. Dante quiere decir que con nosotros nada te pasará. Ni nadie se atreverá, siquiera, a tocarte un pelo.

Esto último lo dice dirigiéndole una mirada a Aidan. El destello en los ojos del alfa revela que ha entendido la advertencia, pero no deja atrás ese semblante lleno de arrogancia.

—¿Por qué tanto empeño en protegerme? —espeto—. Está bien, soy la reencarnación de la hija de Hati, pero Jera también es una y no veo a nadie haciendo fila protegerlo —señalo.

I. The Calling ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora