I. The Calling ©

Capítulo 45.

45

DESEAR EL EGOÍSMO

Después de ordenar las cosas y ponerme pijama, me siento en la cama con la luz de mi lámpara encendida y la libreta en manos. La abro con cuidado, se nota que el material es viejo y me da miedo que las páginas se arruinen con el tacto. Las hojas están llenas y llenas de una delicada letra cursiva que parece ser femenina. Llego a la primera página y allí, con tinta negra, me saluda la dueña de la libreta.

«Seren Kaysa Losnedahl.

1929»

Es un diario, y por la fecha y nombre, sé que se trata de la hermana de Ivar. La última reencarnación de Kaysa antes de que el hechizo fuese alterado.

Quizás esto ayude a despejar mi cabeza, a calmar un poco el dolor y la rabia que siento dentro. Pero he de admitir que también me asusta, no sé que se podrá encontrar aquí dentro, tal vez algo que me haga cambiar de opinión y, francamente, no quiero verme metida entre la espada y la pared, teniendo que elegir y... teniendo que perdonarlos a ellos. Ahora mismo, me veo incapaz de eso.

Pero necesito respuestas. Así que paso a la página siguiente, donde inicia el relato.

«Octubre 23, 1929.

Han pasado ya tres años desde que pasé por mi primer cambio. Sigue siéndome un conflicto cuando la gente me llama Seren. Kaysa sabe que en esta nueva vida se le ha otorgado aquel nombre, pero, para ella, Kaysa siempre será su identidad. Es difícil a veces, convivir con dos identidades: por un lado estoy yo, Serena, quién he sido por catorce años; y por otro lado, está Kaysa, quién ha vivido por miles de años y que trae los recuerdos de esos miles de años y miles de vidas consigo, hace dos años. Me hizo cuestionarme muchas cosas cuando la recibí junto con la primera transformación. ¿Quién era realmente? ¿Cuál es mi verdadero propósito en esta vida? ¿Lo que pienso o lo que siento es netamente mío o pertenecen a esta otra persona? ¿Lo que la gente piensa de mí, lo que siente sobre mí, es hacia mí o sólo hacia lo que represento? ¿Mi corta vida es sólo para esto? ¿Ser ganado para el matadero?»

Se va el aire de los pulmones durante un segundo al leer la última línea. Entonces, no es que las reencarnaciones vayan como soldados en orden a sacrificarse, incluso teniendo las memorias de Kaysa... ella se lo cuestiona.

«Kaysa lo siente mucho. Nunca quiso que ninguna de sus descendientes tuviese que pasar por este infierno. Jamás quiso ver morir a todo su linaje. Es un sacrificio en todo sentido de la palabra, ya que incluso ella sufre. Sin embargo, es necesario. Es de máxima importancia que sepa lo que Kaysa sabe, lo que vivió y lo que sintió, de lo contrario, no podría hacerlo. No sería capaz de elegir la vida de todos los demás sobre la mía, aunque eso suene increíblemente egoísta, pero, ¿a qué venimos a este mundo, entonces, si no es a ser egoístas? ¿Por qué hemos de vivir una vida complaciendo a los demás, haciéndoles todo más sencillo, para que ellos vivan cómodamente? No es justo. Nunca lo será. Y por eso, Kaysa lo siente. Yo lo siento. Y todas las que vinieron antes de mí, lo sienten también. Sólo me queda como consuelo que mi paso por este mundo, al menos, dejó algo bueno detrás: un lugar seguro para mi familia y mis amigos».

Se me aprieta la garganta. Pero sigo leyendo.

«A un par de meses de mis 18 años y los mil y tantos de Kaysa (ya perdió la cuenta, o se hace la que no sabe. ¿En realidad? En secreto, yo sí lo sé. Es lo segundo), las cosas se han vuelto un tanto agitadas por aquí. Todos corren para todas partes, preparándolo todo para el gran día. No importa cuantos años pasen, el nerviosismo nunca desaparece una vez que empieza la cuenta regresiva. Aunque, claro, ¿quién se entusiasmaría tanto por el día de su propia muerte? Pero intento no pensar mucho en ello y sólo disfrutar mi tiempo.