Capítulo 26.

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ENCONTRADA Y PERDIDA



¿Qué?

¿Qué es lo que dice?

—¿Qué...? —balbuceo—. No entiendo... Jera, no es posible...

No me entra en la cabeza. ¿Una reencarnación? ¿De qué diablos está hablando?

Los ojos de Jera recobran su color caoba de siempre y me observa con arrepentimiento. Se ha dado cuenta de que la noticia ha sido demasiado —y vaya qué sí—.

—Sé que cuesta comprenderlo. Sobre todo porque no creciste con nuestras costumbres e historia, pero ya no quería seguir ocultándotelo, no cuando es algo que te pone en peligro y a tu familia también —musita.

Y yo también se lo pedí. Le dije que me contara el por qué están detrás de mí y qué era lo que me ocultaba. Sin embargo, esto...

Sacudo la cabeza.

—Espera —farfullo—. Dijiste... dijiste que esa Vala hizo un hechizo para que las reencarnaciones recordaran sus vidas pasadas, ¿no? —Me siento mareada intentando ordenar mis ideas en la cabeza—. Pues, yo no tengo ningún recuerdo de nada... entonces, ¿por qué sería...?

Me cuesta hasta decirlo. Admitir que soy algo más que una simple humana, que al parecer, toda mi vida lo he sido, es una cosa. Pero... ¿esto? Esto es locura.

—¿Recuerdas el grupo que quiere liberar a Fenrir? Perthro es uno de ellos. Es por eso que te buscaba —responde—. Ellos también tienen Practicantes de su lado. Hace unas cuantas décadas atrás intentaron romper el hechizo de la Vala, trataron muchas veces y de diferentes formas, pero lo que ella hizo es algo que no es replicable y tiene una enorme complejidad. Lo único que lograron fue alterar el curso de reencarnación de nuestras almas; que no encontraran el camino hacia los cuerpos correspondientes, así como también no recordar las vidas anteriores. De esa forma intentarían sabotear los pilares del hechizo que mantiene a Fenrir encerrado —explica con precisión y suavidad, aunque a mí ya me ha empezado a doler la cabeza—. Sólo lograron afectar a uno de los dos... —Sus ojos se vuelven tristes esta vez, pero sólo por un par de segundos—: tu alma. Desde entonces has estado dando saltos en diferentes cuerpos en distintos lugares y familias, y no recuerdas nunca nada. —Tan alterada que estoy por lo que oigo que ni me he fijado en que se ha acercado a mí y lo tengo a un par de pasos de distancia—. Todos esos años, siglos enteros, desaparecieron de tu memoria. Pero yo sí recuerdo todo —añade en voz baja y sus ojos calan en los míos—. Y siempre te vuelvo a encontrar.

No lo comprendo. Me lo ha explicado sí, mi cerebro lo ha procesado, entiendo lo que me dice, pero... no puedo comprenderlo. O quizás no quiero hacerlo. No aún.

Esto es demasiado.

Jera se queda quieto frente a mí. He visto que ha movido las manos, sin embargo, las deja tranquilas a los costados de su cuerpo. No puedo evitar retroceder ante la intensidad de su mirada y su abrumador calor, ante lo que él representa en esos momentos: una —posible— verdad que no quiero ver. Doy otro paso más hacia atrás y la sombra del muro de piedra queda sobre mí, alzo la cabeza y me topo con la escultura de Hati; siento que los ojos del lobo me observan. Me abrazo a sí misma y, sin poder controlar los pensamientos de mi cabeza, comienzo a hiperventilar.

—Mack... —La suave voz de Jera me llega igual que una bofetada. En lugar de tranquilizarme, como me imagino que ha querido, produce el efecto contrario—. Sé que es mucho, si me dejas...

I. The Calling ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora